RATKO MLADIC, EL HÉROE DE LOS SERBIOS DE BOSNIA
POR RICARDO ANGOSO
A pesar de que para la comunidad internacional es un criminal de guerra, Ratko Mladic, hasta hace unos horas prófugo de la justicia internacional, es para la mayoría de los serbios de Bosnia un héroe, el hombre que les salvó de la segura islamización y el exterminio. Entre 1991 y 1995, Mladic tuvo un papel destacado en la creación de la entidad política que agrupa a los casi dos millones de serbios que vivían en Bosnia y Herzegovina, la denominada y reconocida internacionalmente República Srpska.
Cuando terminó la guerra bosnia, en 1995, a merced de los tristemente conocidos Acuerdos de Dayton, que sentaron la base para la creación del primer “Estado” fallido, como se está viendo en estos días de aguda crisis, en el corazón de los Balcanes, Mladic se “evaporó” y escapó del cerco al que le sometían los más de 50.000 soldados enviados por la OTAN para imponer la frágil paz que abrió el camino para la reconstrucción de Bosnia, aunque para los serbios significó el primer paso para la destrucción de la nación serbia.
Después llegaría la guerra de Kosovo y la caída de Milosevic; Serbia vivía su pesadilla interior y los primeros y tímidos pasos hacia la democracia. Mladic, durante esos duros años para los serbios, que asistían impotentes e impertérritos a la destrucción del país en él que habían vivido durante años con sus vecinos en armonía, estuvo escondido seguramente en varios refugios de Bosnia y, más tarde, protegido por los servicios secretos en la misma Serbia, más concretamente en el norte del país, donde ha sido detenido.
El Gobierno de Belgrado, pese a que la medida solo es apoyada por el 7% de los serbios, acabó aceptando entregar a Mladic ante la presión de la Unión Europea (UE) y el Tribunal Penal Internacional (TPI) que juzga los crímenes en la antigua Yugoslavia, que consideran a este general procedente del antiguo ejército yugoslavo como el principal responsable de los sucesos acontecidos en la localidad de Srebrenica. Según el TPI, Mladic y el líder político de los serbios de Bosnia, Radovan Karadzic, serían los principales responsables de la supuesta muerte de entre 5.000 y 7.000 musulmanes, según las fuentes.
En cualquier caso, al margen de cual sea el veredicto final, Mladic no es el monstruo que nos pintan. La guerra de Bosnia fue un ejercicio de crueldad innecesario y gratuito, donde los tres bandos -croatas, serbios y bosniomusulmanes- cometieron crímenes y atrocidades abominables, pero circunscribir estas responsabilidades exclusivamente al ámbito de los serbios es una ejercicio de manipulación perversa e interesada; una pirueta gobbeliana muy al estilo de las prácticas con que frecuentemente nos engañan algunos servicios secretos y sus tontos útiles, es decir, los periodistas que caen en la trampa y se creen ciegamente las mentiras prefabricadas para adoctrinarnos. Este no es un juego de “buenos” y “malos”, sino del establecimiento y la jerarquización de las responsabilidades de todos los bandos y los actores que los lideraron durante el tiempo en que se sucedieron los luctuosos episodios que todos conocemos.
Mladic puede que tenga alguna responsabilidad en aquellos hechos, pero por ahora nos asiste la presunción de inocencia y al día de hoy el TPI ha mostrado una parcialidad aplastante, por no hablar de su permanente “tufillo” antiserbia, cuya mejor expresión la encontramos en la ex fiscal Carla del Ponte, obsesionada por poner de rodillas al ejecutivo de Belgrado y por “cazar” serbios al coste que sea. Del Ponte, que fue puesta en el banquillo por el difunto líder serbio Slobodan Milosevic,ha quedado en entredicho en numerosas ocasiones y desacreditó profundamente al TPI, donde el 80% de los acusados han sido serbios.¿Cuándo serán juzgados los líderes albanokosovares que han traficado con órganos de prisioneros serbios?
LA EVIDENTE PARCIALIDAD DEL TRIBUNAL PENAL INTERNACIONAL
Tan sólo el presidente Milosevic fue juzgado por crímenes de guerra, mientras que los dos grandes carniceros de los Balcanes, el bosnio Alija Itzebegovic y el croata Franjo Tudjman, murieron en la cama plácidamente sin que pesara sobre ellos ninguna orden de búsqueda y captura. No olvidemos que Tudjman fue el responsable de la mayor limpieza étnica perpetrada en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, cuando ordenó, en julio-agosto de 1995, la expulsión forzosa de más de 300.000 serbios de territorio croata mediante la denominada “Operación Tormenta”; los serbios que no tuvieron la suerte o la voluntad de huir fueron exterminados sin contemplaciones por el ejército croata.
Mladic no es un santo, sino un militar que creyó cumplir con su deber y ponerse al servicio de su comunidad, como hicieron otros responsables políticos y militares de los tres bandos en conflicto. No es ni mejor ni peor que los demás, quizá no sea un héroe como piensan los serbios de Bosnia pero tampoco es el monstruo abonimable que tratan de presentarnos algunos medios.
La matanza de Srebrenica necesita una comisión de la verdad que determine el papel que tuvieron las Naciones Unidas, las fuerzas holandesas establecidas allí y que entregaron el enclave de una forma ominosa, los líderes bosniomusulmanes que escaparon de la ciudad abandonando los suyos, como el criminal de guerra Naser Oric, y los líderes militares de los serbios. Solamente así, y escuchando a todas las partes, se podrá determinar lo que realmente ocurrió allí sin establecer juicios a priori y dejando que la verdad prevalezca sobre el amarillismo incombustible de algunos de nuestros más avezados “analistas”. La verdad nunca se puede confundir con la mentira.