La conrrovertida paz en Gaza

Paz en Gaza

Por Hainer Alvernia

Hablar de paz en Gaza —y en el mundo— sin hablar de seguridad es un fraude intelectual. La paz sin seguridad es una ilusión peligrosa, como pretender habitar una casa sin puertas ni ventanas expuesta a la intemperie. Gaza, hoy, es la prueba viviente de ello: un territorio secuestrado por los terroristas de Hamás y sus esbirros islamistas, verdugos de su propio pueblo, que imponen con las armas una tiranía de violencia y opresión.

El error de gran parte de la comunidad internacional ha sido confundir la causa palestina con la causa de Hamás. Ese apoyo romántico —cuando no abiertamente cómplice— fortalece al grupo terrorista, que se alimenta de discursos “pro palestinos” mientras esclaviza a los palestinos reales. Hamás prolonga la guerra, utiliza a mujeres y niños como escudos humanos, esconde armas en hospitales y escuelas, y condena a Gaza a la ruina perpetua. Defender la “causa palestina” sin desenmascarar y combatir a Hamás equivale a respaldar a los verdugos que roban a los palestinos la paz, su libertad, dignidad y vida.

La masacre del 7 de octubre de 2023 reveló al mundo la verdadera naturaleza de Hamás: una organización fanática que asesinó a civiles israelíes con una brutalidad inaudita, secuestró a inocentes y desató el terror en nombre de una ideología de muerte. Israel respondió porque la pasividad hubiese sido suicida. Sin embargo, cada muerto palestino tiene un responsable directo: Hamás, que provocó la guerra y mantiene a su propio pueblo como carne de cañón. Gaza no necesita a Hamás; necesita liberarse de él.

El problema trasciende Medio Oriente. El yihadismo de Hamás y sus aliados ha sido exportado a Occidente con una estrategia de infiltración sistemática. Barrios enteros en ciudades como París, Bruselas, Barcelona o Londres se han convertido en bastiones donde la sharia erosiona los cimientos de la civilización cristiana occidental, debilitando valores de fe, familia y libertad. No es integración, es invasión. Y lo más grave: cuentan con la complicidad de activistas, políticos e intelectuales románticos occidentales que, bajo la bandera de la solidaridad, actúan como idiotas útiles del terrorismo islámico. Se les celebra como “héroes” en flotillas que supuestamente llevan ayuda humanitaria a Gaza, pero en realidad resultan influenciadores al servicio de Hamás, dándole oxígeno político y legitimidad mediática. Son piezas funcionales en la estrategia de los verdugos.

En este contexto, el plan de 20 puntos propuesto por el presidente Donald Trump surge como una oportunidad seria y pragmática. El plan exigió un cese al fuego en 72 horas, la liberación de rehenes israelíes a cambio de prisioneros palestinos, un retiro militar escalonado, el desmantelamiento de Hamás y la instauración de una administración temporal sin radicales. Su visión es clara: una Gaza desradicalizada, reconstruida, segura y próspera, al servicio de su pueblo y no de sus opresores, una Gaza en paz. Netanyahu lo respalda; Qatar, Jordania y Arabia Saudita lo consideran viable. No es un discurso vacío, es un camino concreto y viable para una paz estable y duradera.

Pero cualquier iniciativa de paz solo puede funcionar bajo un principio innegociable: seguridad absoluta. Sin verificación estricta del desarme, sin control israelí de cielos y mares, sin excluir a los extremistas de la administración, todo será un castillo de arena. La historia es clara: si Hamás logra rearmarse, habrá un nuevo 7 de octubre y la tragedia no solo recaerá sobre Israel, sino sobre Europa y Estados Unidos, que ya enfrentan el avance del islamismo radical en sus propias ciudades.

La paz en Gaza no significa sostener a Hamás ni tolerar su proyecto de teocracia sangrienta. La verdadera paz es la que defiende a los palestinos de sus opresores, que los libera de la tiranía de Hamás y les devuelve la posibilidad de vivir con dignidad. Apoyar la seguridad en Gaza es apoyar la paz del pueblo palestino y combatir a sus verdugos.

La seguridad no es enemiga de la paz; es su condición indispensable. Solo derrotando al terror, desenmascarando a los cómplices disfrazados de “solidarios” y apoyando planes realistas como el de Trump será posible transformar Gaza de un pozo de muerte en un territorio de seguro de paz, vida y prosperidad.

Hainer Alvernia

Abogado y Magíster en Seguridad

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