Nagorno Karabaj, un conflicto olvidado en la periferia de Rusia

ENTREVISTA A KAREN MIRZOYAN, MINISTRO DE ASUNTOS EXTERIORES DE LA REPÚBLICA DE NAGORNO DE KARABAJ

“La frontera cerrada entre Turquía y Armenia es el último vestigio de la guerra fría”

Ricardo Angoso

Ser el ministro de Asuntos Exteriores de la República de Nagorno Karabaj no es tarea fácil. El territorio no está todavía reconocido por la comunidad internacional, algo que los habitantes de esta pequeña entidad esperan que ocurra algún día, y está permanente hostigado por su enemigo histórico: Azerbayán. Luchando contra estos elementos, Mirzoyan nos explica su trabajo desde su despacho en la lejana capital de Nagorno Karabaj (o simplemente Artsaj para sus habitantes), Stepanakert

¿Por qué siguen bloqueadas las relaciones con sus vecinos, pero especialmente con Turquía?

Las fronteras no están cerradas por nuestra culpa. Nosotros, aquí en Nagorno Karabaj, no queremos vivir como una isla ni es esa nuestra intención. Nosotros somos una parte de esta región y los problemas que tenemos solo se pueden resolver estableciendo relaciones entre los distintos países de esta zona. Creemos que esta región que se llama Caucaso del Sur no debe tener líneas de separación y todos los pueblos deben contribuir a la reconciliación regional, pero desgraciadamente este llamado no tiene respuesta en otros países e incluso tratan de aislar a Karabaj. Azerbayán ha llegado al punto de tener una lista negra que se incrementa cada día con las personas que nos visitan y tienen relaciones con Nagorno Karabaj. ¡Hasta Montserrat Caballé ha sido incluida en esa lista! Muchos políticos y personalidades  de Europa y del mundo han sido incluidos en esa lista, pero eso no ha conseguido que no nos sigan visitando en Nagorno Karabaj y muestren su solidaridad. Quiero aprovechar la ocasión para felicitarle por su segura inclusión en esa lista.

Sin embargo, ¿parece que en las relaciones con Turquía el asunto e Nagorno Karabaj se volvió un asunto clave y empañó las relaciones con Armenia?
Armenia siempre ha tratado de normalizar las relaciones con Turquía porque tiene los mismos principios que nosotros en el sentido que no se necesitan las fronteras y que deben ser superadas porque solo causan daños y problemas a los pueblos. En el 2008 hubo una iniciativa armenia para desbloquear las relaciones entre Armenia y Turquía y parecía que se iba a eliminar el último resto de la guerra fría con la ayuda de las grandes potencias, pero no fue así. No olvidemos que la última frontera de la guerra fía que queda por abrir y superar es la que hay entre Armenia y Turquía. Y este progreso se podía lograr porque se separaba el problema de Nagorno Karabaj de las relaciones entre Armenia y Turquía. Pero, finalmente, Turquía cambió su posición y las relaciones se pusieron de nuevo en un foco de tensión, sin que se abrieran las fronteras.

¿Cree que el asunto de Nagorno Karabaj es parecido al de Crimea, en el sentido de superar una injusticia histórica, una suerte de reparación?

Siempre se están buscando similitudes entre los conflictos, pero me niego a aceptar que otros conflictos tengan similitudes con el nuestro. Yo quiero que este asunto se examine sobre el derecho internacional. Creemos que los asuntos y los problemas étnicos deben de ser resueltos sobre el derecho de la autodeterminación de los pueblos y ese es un mecanismo para las repúblicas democráticas. Y es un derecho que merece cualquier pueblo, incluido el nuestro, y la lucha del pueblo de Nagorno Karabaj debe ser vista en ese contexto sin olvidar la historia, que es muy importante. Y el pasado histórico solo viene a reafirmar la justicia, la razón que tiene nuestro pueblo en esta lucha.

¿No considera que es un cierto fracaso que no haya habido un reconocimiento internacional de su país cuando han pasado ya más de veinte años desde que tomó el camino de la autodeterminación?
No, no es un fracaso. A lo largo de la historia muchos países no han sido reconocidos, no tenían entidad, pero eso no les impidió existir y jugar un papel importante en la historia. En lo que se refiere al reconocimiento internacional de Nagorno Karabaj, estoy más que seguro que  llegará y tarde o temprano, nuestro país será un miembro de la comunidad internacional de pleno derecho y no como algo formal, sino como un miembro plenipotenciario.

Durante 23 años hemos asegurado que siendo un pequeño país, por su territorio y población, podemos ser un compañero responsable para la comunidad internacional, también previsible. Nos obligaron a una guerra que no queríamos y que causó muchos daños a la economía del país. Hemos creado una nueva economía, hemos sido capaces de levantar un nuevo Estado y podemos dar a nuestro pueblo la libertad democrática, tenemos mucho que hacer, es cierto. Tenemos que seguir trabajando, cada día, cada hora, por el bien de nuestro pueblo y el de la región.

¿Cree que el único problema entre Armenia y Turquía es el de Nagorno Karabaj?
Yo solo puedo hablar de mi país, de Nagorno Karabaj, creo que incluso llegará el día en que tengamos buenas relaciones con Azerbayán. Creo que la guerra fue parte del resultado de la destrucción de la Unión Soviética y aparecieron nuevos países independientes. Nuestra declaración de independencia, pienso, no tiene nada de negativo y está ajustada al derecho internacional y a las Leyes de la extinta URSS. Es un hecho que ya es imposible de cambiar, que está ahí y es irreversible. Y algún día volveremos a vivir en paz y sin guerras. Esta forma de vivir en paz debe basarse en el respeto mutuo y la seguridad.

Sin embargo, no ha habido avances en los últimos años en el camino de lograr la paz, ¿a qué se debe ese bloqueo que pervive todavía?
Todos quisieran tener un progreso significativo en el proceso de negociaciones pero creo que no se debe de culpar al grupo de Minsk -que lidera las negociaciones para buscar un acuerdo sobre el contencioso de Nagorno Karabaj-  de este fracaso, ya que durante diez años hemos tratado de buscar la paz y la seguridad.

Creo que no se han dado más progresos porque la parte de Azerbayán no se ha movido y permanece inmóvil sin aceptar nuevas propuestas. Bakú no contribuye, en nada, a resolver este problema. Para establecer una confianza mutua entre las partes, Armenia y Nagorno Karabaj deben ser aceptadas como partes iguales por Azerbayán. Tenemos que superar las tensiones en la frontera con Azerbayán, pero también deben de superarse los odios y desconfianzas que existen entre los pueblos. Debemos de buscar las respuestas y los caminos sobre esta base, escuchando las propuestas que vienen de la parte armenia y también del grupo de Minsk, que son rechazadas por Azerbayán.

Este año celebramos el 20 aniversario del alto el fuego con Azerbayán y aprovechando esta situación hemos puesto de nuevo encima de la mesa nuestras propuestas para rebajar la tensión en la línea de contacto. Sin embargo, ciertas acciones hostiles y militares por parte de Azerbayán elevaron la tensión en la zona y crearon incidentes que no deseábamos. Fueron enviados agentes que trataron de penetrar en el territorio de Nagorno Karabaj y Armenia, creando enfrentamientos y víctimas innecesarias.

Es absolutamente injustificable que después del alto el fuego haya todavía hostilidades, como si para las autoridades de Bakú la vida de sus jóvenes no valiera nada. Pero para nosotros, sin embargo, la vida de nuestros jóvenes vale mucho más que el oro y el petróleo. No tememos la guerra, pero valoramos la vida humana, eso sí, sin olvidar que estamos dispuestos a luchar tal como se vio en los últimos combates provocados por Azerbayán. Nuestra gente está unida en torno a nuestro ejército y está dispuesta a luchar, a tomar las armas para defender sus tierras. Pero también le expreso nuestro deseo por vivir en paz y construir una sociedad pacífica sin exclusiones de ningún tipo,  creemos que las energías deben ser orientadas en construir nuestro país y no en enfrascarnos en guerras.

¿No cree que Armenia, como ha ocurrido a lo largo de la historia, está de nuevo quedando de nuevo bajo la influencia geopolítica de Rusia?
No puedo decir que dependemos de Rusia. No puedo hablar en nombre de las autoridades de Armenia, pero nuestra orientación es favorable a aquellos que ayuden a los armenios. Nosotros atendemos a todo aquello que contribuya al desenvolvimiento de la vida pacífica de los pueblos de esta región. Nosotros, con nuestra pequeña población, no podemos vivir separados de la gente y tenemos contactos con otros países y pueblos, no queremos vivir aislados. También tenemos los brazos abiertos a Rusia.

¿Qué futuro tiene Nagorno Karabaj, cómo acabará finalmente?
El estatuto de este país es el que decidió su pueblo en 1991 en un referéndum y fue reafirmado en el 2006 mediante una Constitución votada por sus ciudadanos. Nuestro futuro es lo que decidan sus ciudadanos libremente. Nadie puede obligar a este pueblo a tomar decisiones que vienen de fuera, impuestas por otros.

¿Quién ha apoyado la causa de Nagorno Karabaj?
Nuestra política exterior es balanceada y equilibrada, estamos abiertos a todos los países de la región y de fuera. Trabajamos con los que tienen los mismos principios e ideas y no tenemos dinero para comprar amigos como hacen nuestros vecinos, ya que no tenemos petróleo ni nada para hacer lo que hace Azerbayán. Tratamos de utilizar otras cosas, como la defensa de la democracia y los derechos humanos para hacernos valer en el mundo. Tenemos  muchos amigos en muchos países, gente que tiene nuestra amistad y nada recibe. Más bien lo contrario: por ser amigos de Nagorno Karabaj han tenido problemas. Incluso en España hemos tenido apoyos y amigos, nos hemos encontrado con grandes simpatías no esperadas en muchas partes.

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