¿Un nuevo Oriente Medio sin Irán?

¿UN NUEVO ORIENTE MEDIO SIN EL PAPEL PROTAGÓNICO DE IRAN?

Por Ricardo Angoso

El reciente acuerdo entre Hamás e Israel, aunque haya sido rubricado indirectamente por los países que tutelan el mismo -Qatar, Turquía, Estados Unido y Egipto-, tiene unas implicaciones muy importantes para la región, si es que no salta por los aires por la no entrega de los cadáveres de los rehenes por parte de la organización terrorista palestina. El retorno a la guerra, tal como piden los ministros más ultras del Ejecutivo de Netanyahu, es un escenario que no debe descartarse en estos momentos. Otro aspecto del acuerdo, el desarme de los terroristas de Hamás y la neutralización de la Franja de Gaza, es uno de los asuntos más peliagudos del mismo y existe el temor, por parte de Israel, de que no llegue a formalizarse completamente.

El ataque perpetrado por Hamás el 7 de octubre de 2023, seguramente organizado, planificado y supervisado por Irán, ha sido un gravísimo error estratégico por parte del régimen de los ayatolás, ya que, como un castillo de naipes, el “eje de la resistencia” tejido por Teherán se derrumbó en unos meses. En primer lugar, la denominada “Operación Beepers”, que fue un ataque simultáneo en el que explotaron un número indeterminado  de aparatos beepers (buscapersonas) y walkie-talkies en Líbano y Siria en manos de miles de miembros de Hezbolá , en septiembre de 2024, dio un golpe certero y preciso al grupo terrorista pro iraní. 

Numerosos miembros de esta organización terrorista protagónica en la vida política de Líbano, portadores de estos aparatos, resultaron heridos o fallecieron en este ataque preciso y certero. La operación, atribuida por Hezbolá y el gobierno libanés a Israel, constituyó una acción milimétricamente organizada en la que los servicios secretos israelíes introdujeron unos veinte gramos de explosivos en todos los dispositivos para la comunicación rápida de un cargamento con los mismos procedente de Taiwán con destino a los miembros de Hezbolá y sus simpatizantes, que una vez los tuvieron en su poder, a merced de haber sido sincronizados para hacerlos estallar todos al mismo tiempo por Israel, se convirtieron en una pesadilla para sus portadores al ser detonados. Muchos de ellos quedaron ciegos, otros sufrieron graves lesiones -en sálvese la parte algunos-, otros fallecieron al instante, algunos quedaron discapacitados de por vida e incluso muchos de sus familiares resultaron heridos. 

En esas mismas fechas, el Ejército israelí lanzó una audaz operación aérea que causó la muerte de Hasán Nasralá, el secretario general de Hezbolá, quien, al parecer, estaba acompañado por algunos mandos militares iraníes. La muerte de Nasralá fue un duro golpe para los iraníes y un alivio para el Líbano porque su figura era un elemento desestabilizador casi permanente en la vida política de este país.

DE LA CAÌDA DEL RÉGIMEN SIRIO A LOS ACUERDOS DE PAZ 

Unas semanas más tarde de ser decapitada la organización Hezbolá, a merced de la “Operación Beepers” y la desaparición de su carismático líder, le llegó el turno al régimen sirio de Bashar al-Asad, el principal aliado del régimen teocrático iraní en la región, y a través del cual enviaba sus armas y pertrechos militares a las organizaciones terroristas aliadas de Teherán, entre ellas Hamás y Hezbolá. Ese golpe, que aupó a los rebeldes sirios al poder en Damasco sin la intervención de Israel, dejó a Irán completamente aislado en la región, tal como se vio en los bombardeos de la “guerra de los doces días” de Israel y los Estados Unidos contra las instalaciones nucleares y militares iraníes, en junio de este año. Nadie en la escena regional, ni siquiera sus supuestos aliados y “amigos”, como Rusia y Turquía, movieron un dedo por los iraníes más allá de las habituales andanadas retóricas ausentes de acciones reales. 

En este contexto tan adverso para Irán, en que una agresión militar, como fue el ataque del 7 de octubre, produce el resultado opuesto al esperado -llamado coloquialmente como efecto boomerang-, los acuerdos auspiciados por los Estados Unidos entre el grupo terrorista Hamás e Israel, y apoyados por casi todos los países árabes, aíslan  aún más a Irán. Solamente una derrota de los hutíes en la guerra civil en Yemen sellaría el aislamiento  total del régimen iraní en la región y el final definitivo del autodenominado “eje de la resistencia”. Pese a que todavía hay muchas incertidumbres con respecto al plan de paz entre Hamás e Israel y el futuro de la Franja de Gaza, no cabe duda que el ataque de 7 de octubre ha significado un antes y un después en Oriente Medio, en que asistimos a una nueva reconfiguración regional no deseada por los actores que, paradójicamente, la han provocado indirectamente, como es el caso de Irán. 

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