Abascal entrega Vox a Putin

Abascal entrega Vox a Putin como Sánchez entregó el Sahara a Marruecos

Abascal se ha cargado la alternativa PP-Vox al Gobierno y sus aliados que, diga lo que diga Sánchez es mayoritariamente pro-Putin. O sea, como Vox.

Abascal se ha cargado la alternativa PP-Vox al Gobierno y sus aliados que, diga lo que diga Sánchez es mayoritariamente pro-Putin. O sea, como Vox.
Santiago Abascal durante su intervención en la CPAC | Jaime López / VOX

Los dos partidos más importantes del grupo Patriots (como los misiles que defendían a Occidente de la URSS desde tiempos de Reagan, pero al revés) se están desligando a toda prisa de su intimidad con la administración Trump. Meloni, gran defensora de Ucrania contra los violadores y asesinos de Moscú, no quiere parecerse a su ministro Salvini, que lucía camisetas por la independencia de Cataluña y el País vasco, o de Putin en la Plaza Roja de Moscú, mientras éste mandaba asesinar a Anna Politkovskaia. Meloni está tratando de recuperar una relación con la administración Trump que no deje tirada a Ucrania, por principio y porque Moscú engañará sin duda a Trump, pero es imposible buscar cordura en ese grupo de fanáticos avariciosos.

Y la prueba de la dificultad de esa cuadratura del círculo es el incidente de Steve Bannon, ideólogo biliar de Trump, del que dice que debe presentarse a las próximas elecciones, aunque sea inconstitucional, porque líderes así se ven sólo de siglo en siglo, con Bardella, el segundo de Marine Le Pen y candidato más votado de Francia en las últimas elecciones. El francés dejó la reunión de conservadores en Washington tras la gracieta de Bannon con el saludo nazi, un guiño a Musk, vedette de la campaña de AfD, o tal vez al príncipe Harry y su brazalete con la cruz gamada en una fiesta juvenil.

De MAGA a MEGA y de megos a patriotas de mercadillo

Juvenil parecía también el mercadillo de MAGA y MEGA (Make Europa Great Again, sin Ucrania). Los falanpijos de Voxiza vendían pins de Vox con el Acuerdo de Madrid y de La Gaceta de Ariza. Si los fervorines de Vista Alegre evocaban los fuegos de campamento de la OJE, su alianza con la gerontocracia trumpiana recuerda la Hermandad de Combatientes de Girón, antes de Excombatientes, que es lo que eran, cuyo enemigo no era ya el comunismo sino la hiperplasia benigna de próstata. Y Bannon dijo de Bardella: “Es un crío, un blandengue, un mierdecilla, indigno de gobernar Francia. Un cobarde, más cobarde aún que Macron. Que le jodan”. ¡Como para esperar respeto y trato entre iguales en los Patriots! A cambio, alabó a Abascal, que está muy lejos de ganar las elecciones como Bardella, pero aparece como incondicional frente al segundo de Marine Le Pen, sentada a su derecha —o izquierda— en el acto de los Patriots en Madrid hace un mes.

¿Pero por qué Meloni se distancia de la traición a Ucrania, Bardella se larga de un mitin más parkinsoniano que washingtoniano, y Abascal se queda? ¿Sólo para recibir una mención de Trump, como el perrito una caricia en el lomo? Me refiero al famoso perrito de los discos de La Voz de su Amo, que no sé cómo Magas y Megos no lo añaden a sus chucherías. Sin embargo, la mención a Santiago Abascal, uno más en la larguísima letanía de los fieles, resultó involuntariamente atinada. Le dijo: “Estás haciendo un gran trabajo“. Y, en efecto, lo está haciendo. A favor de Putin y de Sánchez, claro. Se ha cargado la alternativa PP-Vox al Gobierno y sus aliados que, diga lo que diga Sánchez es mayoritariamente pro-Putin. O sea, como Vox.

Los aliados de Sánchez y el mismo déspota son, por cierto, muy pro-Hamas, cuya crueldad se ha acreditado en el asesinato de bebés rehenes.

Y como parece que Trump acaba de olvidar su anunciado proyecto de hacer de Gaza un inmenso resort, “como la Riviera”, lleno de asesinos, tampoco es seguro que se mantenga fiel al pueblo judío. Si al pueblo ucraniano le desea la suerte de tantos pueblos desperdigados en la URSS por Lenin y Stalin, desde los cosacos a los alemanes del Volga, pasando por todos los que estorbaban a los comunistas, lo mismo dice ahora que el pueblo de Israel debería vagar otros cuarenta años por el Sinaí, para purificarse como antaño y haciendo senderismo en el desierto. No es la Riviera, pero vale.

Por cierto, Thertsch y Girauta, de quienes algunos esperaban un gesto de autonomía intelectual tras los tuits criticando la traición de Trump a Ucrania, han retuiteado la mención a Abascal y a su “gran trabajo”, al que deberán aplicarse ahora con mayor entrega, por el desliz. Lo de Ucrania ha sido sólo un error. Trump sigue siendo su referencia intelectual y moral.

Las filas voxeras y voxizas están prietas, como en la canción del Frente de Juventudes, qué digo prietas, apretadísimas, soldadas al sueldo y al cargo.

También ahí ha hecho Abascal un gran trabajo. Ha desactivado el partido que completaba y mejoraba a la derecha blanda del PP y hacía posible una alternativa ideológica, política e institucional a la Izquierda. ¿Y ahora? ¿Qué lucha ideológica hará, si respalda a Putin como Bildu, Junts, CUP, ERC, BNG, Compromís, Sumar, Podemos y el PSOE, cuando le aprietan? ¿Qué fronteras, si defiende derribar las de Ucrania? “Buenas fronteras hacen buenos vecinos”, dijo muy campanudo en lo de Patriots. Las fronteras que no molesten a Putin Trump y Xi Jinping, claro.

Los enemigos de Vox son como antes, “los burócratas de Bruselas”, el PSOE y el PP, con el que pactó autonomías y ayuntamientos y con el que rompió cuando traicionó a Meloni. Lo nuevo como ha dicho en Washington y jalea su secta, es decir que la UE empezó y financia la guerra de Zelenski a Putin. Además de una mentira digna de Otegui o Monedero, traiciona lo que él mismo decía hasta que se pasó, vía Orban, al bando de Putin. Empieza a parecerse a Patxi López, camino de Sánchez.

El precedente del chantaje marroquí

Sólo hay un acto político tan enigmático, inexplicado e inexplicable como esta voladura política de Vox por su presidente, que es la entrega del Sahara a Marruecos por Pedro Sánchez. Por cierto, los dos beneficiarios de esa doble traición que ha puesto a España y a Occidente patas arriba: la de Abascal a Vox y la de Trump a Ucrania y a la propia historia de los EEUU.

No sabemos por qué Sánchez, de golpe, por sorpresa y sin avisar al Rey ni a las Cortes, reconoció la soberanía marroquí sobre el Sahara, y en nombre de España, que, ya puesto, mejor hacerlo en nombre de Begoña. El argumento más manejado, por pura lógica, es el del chantaje, tras el caso del móvil que le robaron a Begoña en Rabat y el espionaje del Pegasus al móvil del presidente del gobierno y algunos ministros, obra de Marruecos. Otra vez Marruecos, siempre, como en el 11-M, planea la sombra marroquí. En el caso de Sánchez, demasiado fácil. Hay chantajes casi por obligación.

Un argumento para chantajear a Sánchez podría ser por el de la corrupción de su gobierno, su partido y su familia, totalmente acreditados por la UCO. Otro, de su vida personal, aunque en España los líos de cama no perjudican a los políticos, y otro, sobre su suegro y el tráfico de menores marroquíes, del que le sería fácil librarse, aunque todo lo de Begoña le saque de quicio. Hay un último argumento, que es el del dinero. Pero sobre eso faltan datos.

Todo en manos de Abascal y sus validos

El volantazo de Abascal, presenta el dato ya conocido del dinero de Orban, los millones prestados y dizque devueltos, con una segunda parte: la enajenación de bienes de la UTE de Vox y las empresas de Julio Ariza, que ha externalizado la propaganda y dirigen dos validos que no son de Vox pero sí de Abascal: Kiko Méndez Monasterio y Gabriel Ariza. En los documentos del sector crítico, como “Patriotas del que pague” se echa en falta una cronología de esa enajenación.

De la “juancarlización de Santi”, en la que los fundadores expulsados sitúan el origen de la destrucción del partido, a la purga de las figuras relevantes del partido, más liberales que Abascal y que la falange de Buxadé, verdugo de Espinosa de los Monteros.

En dos años, de los fundadores de Vox sólo queda Ortega Smith, que tras denunciar que Vox “no puede ser una oficina de colocación de parientes y amigos”, se quedó dentro, aunque poco. Los cargos dimitidos, en la estela de Gallardo, denuncian el “terror interno” y la arbitrariedad de un poder central omnímodo, no omnisciente, porque no se entera de nada, al margen de lo que se cuece y rumorea en la calle Bambú.

Allí, todo, desde las ideas y la línea política a los dineros está en manos de los validos de Abascal, que, para la Fundación Disenso, se ha reservado la presidencia vitalicia. Como Disenso es una caja fuerte y una fuente ideológica, aquella cautela que parecía estrambótica, ha resultado astutamente previsora. A ver quién saca los pies del plato, aunque haya pasado de la sopa de cocido al borsch. Y esperamos ansiosos el adobo teórico del plato principal: gato por liebre.

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