Periódicamente vuelve al tapete la misma pregunta: ¿cuándo fue que Caracas perdió el rumbo, cuándo empezó a opacarse su imagen de adelantada de la modernidad urbanística latinoamericana hasta quedar relegada entre las ciudadescenicienta de la región? Como ocurre con todo evento socio-histórico es imposible dar una fecha precisa, resultando en cambio más sensato reconocer un período en el cual ocurren acontecimientos concatenados que, finalmente, desembocan en ese resultado. Y en nuestro caso todo indica que ese período es la década de 1980.
El año 1983 fue especialmente significativo: a lo largo del mismo se concluyó la construcción del Parque Central, el más ambicioso complejo urbanístico de la América Latina de entonces, y del vecino Complejo Cultural Teresa Carreño, que también marcó un hito en toda la región; pero sobre todo entró en operación el primer tramo del Metro, sin duda una auténtica divisoria de aguas en la historia urbanística de la ciudad.
En noviembre de ese mismo año la Oficina Metropolitana de Planeamiento Urbano (OM-PU) presentó el “Plan Rector del Área Metropolitana de Caracas y el Litoral Vargas”, que tácitamente se anunciaba como el instrumento para consolidar institucionalmente toda la energía que durante las dos décadas anteriores venía acumulando la ciudad.
No es posible en este corto espacio resumir sus proposiciones, por lo que apenas enunciaremos unas pocas: integrar a la ciudad formal las “áreas marginales” existentes y evitar la aparición de otras mediante el desarrollo de “áreas de recepción dirigida” integradas a la trama urbana; fortalecer la fiscalidad de los gobiernos locales y proceder a la revisión de las tarifas de los servicios públicos dentro de un esquema de subsidios cruzados; completar la red básica del sistema Metro, desestimular el uso del auto privado, potenciar y mejorar el transporte público, completar la red vial matriz mínima de la ciudad; reformar la administración de la ciudad, estableciendo una administración metropolitana para todo el ámbito funcional del área metropolitana.
De todas esas proposiciones sólo la última se ha materializado, aunque acosada y saboteada constantemente por la furia centralizadora del Ejecutivo Nacional: casi 30 años después, todas las demás siguen pendientes en la agenda de la ciudad. ¿Cómo explicar esa debacle en una ciudad que parecía ya irreversiblemente embalada a su consolidación como urbe de vanguardia?
Finalizando la década de 1970 Venezuela entró en una crisis de crecimiento económico de la cual no ha logrado salir ni siquiera con los altos precios del petróleo actuales, pero esto podría explicar una ralentización de la dinámica, no su colapso, que a nuestro entender fue precipitado por la decisión tomada en 1990 por los alcaldes Fermín y Mendoza de liquidar la OMPU sin crear nada que la sustituyera: en ese momento la ciudad se quedó sin cerebro que guiara su crecimiento.
