CRÓNICA DE UNA DERROTA ANUNCIADA DE ARGENTINA EN EL CONTENCIOSO DE LAS MALVINAS
POR RICARDO ANGOSO
El desconocimiento de la historia, de que hace gala exhibiéndolo sin ningún pudor ante los medios de comunicación y la comunidad internacional la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, va a llevar a un nuevo fracaso político y diplomático a las tentativas argentinas por desbloquear el largo contencioso de las islas Malvinas o Falkland para los británicos. Conviene recordar que la derrota militar de 1982 no fue sólo un desastre en términos bélicos, sino que fue el lógico desenlace de toda una catarata de desafortunadas iniciativas políticas y diplomáticas fallidas.
Por ejemplo, el gobierno argentino de entonces, que presidía el general Leopoldo Fortunato Galtieri, no supo calibrar el escaso apoyo internacional con que contaba, el nexo indisoluble y secular de los Estados Unidos con el Reino Unido y el escaso eco de sus demandas tanto en América Latina como en Europa. Así fue posible que los ingleses contaran en la Operación Corporate que les llevó a la recuperación de las islas con el apoyo de Washington, la Unión Europea (Comunidad Económica Europea de entonces), la OTAN e incluso algunos países americanos, como Chile, Guayana y Uruguay, se mostraron más cerca de las posiciones británicas que las argentinas. Chile incluso prestó inteligencia y logística a los británicos.
La Operación Rosario, que fue puesta en marcha por las Fuerzas Armadas argentinas para tomar por la fuerza las Malvinas, acabó resultando un absoluto fracaso, ya que el ejecutivo inglés reaccionó y apostó por la opción militar para volver a la situación previa a la ocupación; es decir, el retorno a la soberanía británica.
Luego la escasa voluntad de Buenos Aires por aceptar una solución “cocinada” por los Estados Unidos, que no deseaba en plena Guerra Fría que dos de sus aliados se implicaran en una guerra, fue otro error total y garrafal, ya que no era una mediación lo que estaban tratando de imponer los norteamericanos sino que era un ultimátum a los militares argentinos. Buenos Aires no lo entendió así y su error de cálculo desembocó en una derrota estrepitosa. El rechazo de Galtieri al ultimátum también propició la consiguiente caída del régimen militar. Galtieri, en definitiva, pensaba que recuperando a las Malvinas salvaría al gobierno, pero no fue así y perdió las dos cosas, acabando sus días como un personaje de tragedia griega: abandonado, arrestado y solo.
Para echar un pulso como el que está echando Cristina Fernández al Reino Unido hace falta, primero, pulsar a la comunidad internacional acerca de esta cuestión y, en segundo lugar, analizar, más allá de la pueril propaganda y las bravuconadas peronistas, las verdaderas razones argentinas acerca de la legitimidad de las islas. No se trata de apostar a verdades supremas, sino de tratar de llegar a una visión del conflicto que sea objetiva, tenga legitimidad en el derecho internacional y sea vista como una causa justa y defendible en el exterior. Los exabruptos del peor estilo, como exhibe la presidenta argentina en estos días, es quizá más una cortina de humo para ocultar otras cosas; tampoco van a ayudar mucho a que la comunidad internacional sea más receptiva acerca de su causa. No por mucho gritar se tiene más razón.
EL PEOR DE LOS CAMINOS
Como se dice vulgarmente, para lanzarse a la piscina hay que comprobar previamente si hay agua y si no la hay, mejor no lanzarse. Una de las virtudes de las que carece la presidenta argentina, junto con su torpe y diría que casi bisoña diplomacia, es la prudencia. Lanzarse a hacer acusaciones sin fundamento, como un supuesto armamento nuclear británico que se dirige hacia las islas, es muy grave, de una irresponsabilidad que raya en la histeria. Se puede ser ignorante, pero no actuar con irresponsabilidad.
Que la mayoría de los argentinos esté con su presidenta no es óbice para que el ejecutivo esté absolutamente errado en el tiro. También los alemanes votaron por los nazis y los venezolanos por Chávez; la democracia y la mayoría no eximen de hacer tonterías, e incluso payasadas como el sátrapa de Caracas, y llevar a un país al desastre e incluso a la derrota en la guerra.
La presidenta argentina, que muestra en estos días una falta de tacto diplomático y desconocimiento del funcionamiento de la sociedad internacional inadmisible para una mandataria de una de las primeras naciones de América Latina, ha optado por el peor de los caminos, desautorizando sus supuestas razones por la forma en que las defiende. La forma en que lo hace deslegitima al fondo: la supuesta legitimidad argentina -en la que yo creo- sobre las islas Malvinas. Ignora Cristina Fernández lo que dijo el general chino Sun Tzu, en su célebre obra El arte de la guerra, quien afirmó que “la guerra había que ganarla antes de declararla o de que existiera en sí misma”.
Habría echado falta un diseño político y diplomático previo a la crisis que no ha habido. Argentina parece desconocer el peso internacional del Reino Unido en la escena internacional, pero especialmente en las Naciones Unidas, la Unión Europea, la OTAN e incluso en América Latina, mientras que la diplomacia argentina, a merced de las payasadas del matrimonio bufonesco de los Kirchner con los Chávez, Castro y el resto de la comparsa bolivariana, es el hazmerreír de medio mundo, por no decir del universo entero.
Cristina Férnández, que seguramente no ha leído a Karl von Clausewitz, desconoce que “la guerra es la continuación de la política por otros medios», pero primero se comienza con la política y después se pasa a la acción, no confundamos los términos y el orden de los mismos. Es más que seguro que Argentina saldrá debilitada de esta crisis, como en el 1982, y el Reino Unido fortalecido y robustecido internacionalmente. Y es que no se debe confundir el apoyo popular con la victoria en los foros internacionales, incluyendo aquí a la Organización de Estados Americanos (OEA), donde los británicos tienen todo a su favor y la diplomacia argentina de charanga y pandereta siguiendo a la orquesta chavista tiene perdida de antemano una batalla mal planteada. Veremos qué pasa.
RICARDO ANGOSO es analista internacional, periodista y sociólogo. Su último libro publicado es “Chávez perdió: Honduras se salvó”. Actualmente es el corresponsal de la revista Cambio 16 en Colombia y colabora, desde Bogotá, con el Grupo Atenea.
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