La más reciente encuesta Gallup Poll muestra que el apoyo a la gestión de Santos viene cayendo.

Es evidente que el crudo invierno, segundo en 16 meses, ha golpeado al mandatario.

Las encuestas con que termina el año el presidente Juan Manuel Santos no son malas. La mayoría de los vecinos -con excepción de la brasilera Dilma Rousseff, que ya superó los promedios de Lula- las envidiaría. Pero, como dicen los encuestadores, la clave no está en la cifra que acaba de salir, sino en la tendencia. Y esa, hay que decirlo, es más bien mala.

En octubre del 2010, Santos estaba en la cúspide, después de dar de baja al ‘Mono Jojoy’. Ahora, y a pesar de que hace poco cayó ‘Alfonso Cano’, la imagen favorable del Presidente ha descendido de 76 en ese entonces a 65%. Y la aprobación a su desempeño bajó de 82 a 70%. Los números actuales están muy cerca de lo más bajo que tuvo su antecesor, Álvaro Uribe, a lo largo de ocho años, y algo lejos de lo que solían ser sus promedios, que, con frecuencia, estaban por encima del 80%.

Otros indicadores inquietan: en octubre del 2010, 61% de los encuestados creía que las cosas estaban mejorando, contra 20% que pensaba lo contrario. El Gallup Poll de este mes muestra que 41% cree que mejoran y 40% que empeoran. En las preguntas temáticas, los encuestados rajan a Santos en seguridad, economía, empleo, lucha contra la pobreza, salud, medio ambiente, y transporte y carreteras.

Es evidente que el crudo invierno, segundo en 16 meses, ha golpeado al mandatario. “La maldita Niña” -como calificó Santos al fenómeno climático- no es culpa suya. Tampoco la imprevisión de años de desecar humedales, irrespetar ríos y construir en zonas de alto riesgo. Pero la gente se queja, con toda la razón, de una reconstrucción que no arranca y de que en los mismos sitios donde hace un año hubo inundaciones y derrumbes volvió a haberlos este año, sin que asomara la prevención. Nadie culpa a Santos por un proceso atmosférico que se origina a miles de kilómetros en el Pacífico, pero sí de la incapacidad de su gobierno para prevenir lo previsible, mitigar lo mitigable y reconstruir lo que debería, al menos, estar en obra.

Los funcionarios hablan de cientos de miles de millones de pesos, elaboradísimos estudios y miles de obras que vendrán. Pero, salvo contadas excepciones, los colombianos solo han visto la reconstrucción en planos. Y así va a seguir: una alta fuente de Colombia Humanitaria me dijo que antes del segundo semestre del 2012 no se verá obra importante alguna. Aparte de las trabas burocráticas de siempre, el terror a contratar y terminar por ello en la cárcel ha paralizado a buena parte de los funcionarios. El país ha aplaudido la campaña anticorrupción que Santos impulsa, pero algunas de sus publicitadas ruedas de prensa han generado la sensación de una cacería de brujas en la que pueden caer muchos inocentes por un mero vicio de forma.

El invierno no es lo único: la inseguridad golpea duro en varias regiones. Es el caso de Coveñas, a donde muchos veraneantes se abstendrán de ir este fin de año por cuenta de una ola de extorsión. El secuestro está disparado en zonas fronterizas con Venezuela, por los campamentos de las Farc al otro lado. Y la economía, que ha ido bastante bien, comienza a resentirse, quién sabe si por un coletazo de la crisis mundial o por una burbuja de endeudamiento que ha financiado el alto consumo de los hogares y que puede estallar en cualquier momento.

El arranque del 2012 no pinta fácil: más desastres invernales y pocas obras, una economía que ya no será la de este año, persistentes brotes de inseguridad y un ambiente político mucho menos plácido que el del primer año de Santos, con una pelea con la Corte Suprema y el Consejo de Estado que cada día pinta más agria. El país ya vio al Presidente gobernar en su larga luna de miel. Ahora lo está viendo en la dura cotidianidad del matrimonio, y es claro que tendrá que hacer muchos esfuerzos para evitar el divorcio.

mvargaslina@hotmail.com