ENTREVISTA AL PORTAVOZ DE LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA DE NAGORNO KARABAJ, DAVID BABAYAN:
“Es inaceptable que a estas alturas Turquía no haya aceptado el genocidio armenio”;
por Ricardo Angoso
@ricardoangoso
rangoso@iniciativaradical.org/web
Entradilla:
Nagorno Karabaj o Artsaj, tal como lo llaman los armenios, es una república no reconocida internacionalmente pero que lucha por lograr ese reconocimiento. Además es una parte innegable de la realidad del Cáucaso. Hoy, cuando han pasado muchos años desde la cruenta guerra entre Armenia y Azerbayán (1988-1994), las espadas siguen en alto y la tensión en la frontera, incluyendo incidentes armados, es latente.
Titulares:
“Es inaceptable que a estas alturas Turquía no haya aceptado el genocidio armenio”;
“No habrá una vuelta al pasado, seguiremos siendo un país independiente”;
“Azerbayán sigue creando incidentes violentos en nuestra frontera”.
Ricardo Angoso: ¿Qué funciones constitucionales tiene el Presidente de la República de Nagorno Karabaj?
David Babayan: Tiene las mismas funciones que tienen los presidentes en los países donde hay un sistema presidencialista. El presidente es elegido por elección popular y no puede serlo más de dos veces. Es elegido por cinco años y él forma el gobierno, lo presenta ante el parlamento y después busca su aprobación ante esa institución. Puede también disolver el parlamento y el legislativo también puede presentar una moción de confianza al presidente. Tiene también, entre otras misiones, la de ser el comandante general y supremo de las fuerzas armadas del país.
R.A.:¿En qué momento social, político y económico se encuentra Nagorno Karabaj?
D.B.:Vivimos una situación especial después de haber pasado por la guerra y la economía quedo destruida después de la contienda. Hablamos de 1992. Antes había una economía planificada heredada de los tiempos soviéticos y hubo que hacer muchos cambios. Luego vino la independencia del país con respecto a Azerbayán y la guerra como consecuencia de la misma. Hemos comenzado, se podría decir así, de cero. De una parte estaba una economía destruida y, en la otra, había que crear nuevos vínculos con el exterior porque con Azerbayán se rompieron todos. Felizmente, lo pudimos hacer y las consecuencias de la guerra se han superado. También hemos recuperado nuestro economía y hemos avanzado hacia un mercado libre, que era nuestro objetivo estratégico. La agricultura se desarrolló y hemos creado nuevas industrias sin obviar otras áreas, como la minería y la energía gracias a nuestros grandes recursos. Luego hay posibilidades para el desarrollo del turismo.
R.A.:¿A qué se debieron los recientes enfrentamientos en la frontera con Azerbayán?
D.B.:Los acontecimientos que tuvieron lugar no constituyeron una amenaza muy seria y fueron unos incidentes provocados por fuerzas de Azerbayán. Cada año tenemos incidentes de ese tipo y les hacemos frente. Tenemos que entender que tenemos un conflicto con un país muy peligroso, aunque muchas veces algunos no lo entiendan, pero estamos como en 1933, cuando Europa se encaminaba a una guerra por culpa de la Alemania nazi. Azerbayán incuba el odio en su pueblo contra nosotros. Y les dicen a sus ciudadanos que hay que destruir a Nagorno Karabaj y también a Armenia. Azerbayán ha llegado a decir que si construimos un aeropuerto destruirán nuestros aviones, así sean civiles, y los derribarán en el aire. Y nadie habla de estas amenazas que vienen de Azerbayán. Tratan de desestabilizar nuestro país y crean situaciones de tensión y violencia en la frontera, algo que es inadmisible y que no dice mucho de sus supuestas pacíficas intenciones.
R.A.:¿Cómo definirías las relaciones especiales que tiene Nagorno Karabaj con Armenia?
D.B.:Somos dos países que se reconocen el uno al otro. Son unas relaciones, yo diría, muy parecidas a las de España con los países de América Latina. Tenemos una misma cultura, una misma lengua y una identidad también, pero somos dos Estados diferentes e independientes. Claro que los países de América Latinas son independientes. Es una relación parecida a la que podría ser la de Alemania con Austria, que comparten mucho pero son independientes. Luego hay otro aspecto fundamental: que Artsaj jugó un papel muy importante en la historia de Armenia. Y nosotros fuimos tratados como extranjeros en este territorio durante años y ahora somos libres, hemos recuperado nuestra identidad, la tierra y también nuestra cultura. Fuimos víctimas del genocidio, en el año 1915, y después fuimos tratados como ciudadanos de segunda en nuestra propia tierra. La identidad armenia se preservó tras el genocidio porque los que huyeron preservaron su cultura y la lengua. Nos sentíamos como víctimas porque realmente lo éramos. No se olvide que, además, estamos rodeados de países no muy amigos. En esta región es difícil vivir en convivencia con vecinos que no nos quieren, pero demostramos al mundo que podemos ganar y defender a nuestro pueblo, como así hicimos. Artsaj tenía el derecho a existir y también tenemos el derecho a defendernos.
R.A.:¿No cree que este territorio será siempre muy dependiente de Armenia por su tamaño y población?
D.B.:Es un proceso de integración que se dará a la larga, pero sin olvidar la importancia que tiene para la historia de todos los armenios Artsaj. No es tanto un asunto de dependencia económica, sino de que tenemos una misma cultura y compartimos una misma identidad, eso es innegable.
R.A.:¿Cómo percibe ustedes el trato que les da la comunidad internacional?
D.B.:Estamos obligados a tener buenas relaciones con todos, incluidos con nuestros vecinos, y eso es lo que hemos buscado desde nuestra independencia. Luego nosotros tenemos diáspora y eso hace que tengamos intereses en muchas partes del mundo, incluyendo a los Estados Unidos, Rusia y Europa. No olvidemos, por ejemplo, que en Rusia hay dos millones de armenios y en Estados Unidos una cifra parecida. En Francia hay 700.000, en Irán son 300.000 y en otras partes también hay grandes comunidades de armenios. Con Rusia tenemos buenas relaciones, así no les guste a algunos. Es una cuestión fundamental para nuestro pueblo y nuestros intereses tener esas relaciones. No se olvide que hemos perdido, en el pasado, una buena parte de nuestro territorio y ahora tenemos que ponderar nuestras relaciones. También tenemos relaciones con Georgia e Irán. Luego está Turquía que sigue sin reconocer el genocidio armenio e incluso lucha para que no se reconozca. Es algo, desde luego, que nos parece inaceptable.
R.A.:¿Cómo examina el futuro de esta región, hacia dónde va Nagorno Karabaj?
D.B.:Lo que tenemos ahora es una variante de la resolución del problema. Nadie puede obligarnos a volver a los tiempos antiguos, cuando esta zona estaba ocupada y los armenios éramos tratados como ciudadanos de segunda. No hay vuelta atrás, nunca volverán los viejos tiempos para esta zona del mundo, por mucho que algunos se empeñen por la fuerza. Volver al pasado es imposible. Aquí ha habido un cambio y es irreversible. No vamos a devolver nuestros territorios. Logramos la independencia de Nagorno Karabaj y somos ya un país independiente. Para nosotros, ahora, lo más importante es la seguridad de nuestro pueblo, de los armenios. Y el mundo tiene que entenderlo así.
En 1988, Nagorno Karabaj comenzó un movimiento que se inició con la autonomía y concluyó finalmente con la independencia. Fuimos entregados ilegalmente y sin ningún derecho a Azerbayán, lo que era un acto contrarios los derechos legítimos de los armenios. Eramos un enclave que no tenía nada que ver con Azerbayán. Ocuparon el 70% del territorio pero luego pudimos recuperar ese territorio y les ganamos la guerra. No se va a volver a la situación anterior y Azerbayán debería aceptar las nuevas fronteras; ya no somos un enclave, sino un país independiente. Vivimos durante 70 años con el sueño y la idea de unirnos a Armenia, porque era nuestro pueblo, nuestra cultura e identidad. Siempre tuvimos este sueño de la liberación nacional y de tener un Estado propio. No vamos a devolver esta tierra porque es nuestra, porque aquí hemos nacido y vivieron nuestros ancestros durante siglos. Luego el 80% de los recursos hídricos están aquí. Los azeríes durante la guerra contaminaron nuestros ríos y quisieron envenenarnos. La historia vuelve hacía atrás y el mundo debe entender que esta situación ya no se va a revertir, que tienen que aceptar a Artsaj como una nación independiente. Ahora tenemos que garantizar la seguridad de nuestro pueblo y estamos dispuestos a defender por la fuerza ese derecho a vivir aquí. No dejaremos que Azerbayán elimine a este pueblo.