Reproducción del diálogo con Gustavo de Arístegui, portavoz de Exteriores del PP, y Carlos Alberto Montaner, escritor, periodista y analista político cubano, publicado recientemente en la Revista Atenea.
Ricardo Angoso: ¿Cómo valora la reciente liberación de los presos políticos cubanos a merced de la intervención de la diplomacia española y, más concretamente, de la gestión del ministro de Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, ante las autoridades de La Habana?
Carlos Alberto Montaner: Hay que felicitarse por lo conseguido y agradecer a España que los haya acogido. La razón por que los haya puesto en libertad Raúl Castro no tiene nada que ver con un posible cambio o un deseo de abrir un proceso democrático, sino porque la presión internacional fue muy fuerte sobre el régimen y porque también la resistencia interna fue muy intensa. Casos como el de Zapata Tamayo sensibilizaron a la opinión pública internacional y dieron un impulso a la oposición interna en Cuba. Se redoblaron los esfuerzos, uniéndose nuevos presos y destacando, sobre todo, la importante labor de las Damas de Blanco en las calles cubanas. Se fue configurando un nuevo escenario de resistencia que puso a la dictadura contra las cuerdas, que tenía que decidirse entre quitarse de encima a los presos políticos o pagar un precio altísimo por esa presencia molesta para el régimen. La imagen del régimen se estaba desacreditando totalmente en el exterior, tenían que hacer algo y lo hicieron.
R.A.: Y en tu opinión, Gustavo, ¿cómo valoras estos gestos de Cuba y la política exterior española hacia la isla?
Gustavo de Arístegui: La política exterior española hacia Iberoamérica es uno de los más grandes fracasos de Rodríguez Zapatero y su ministro de Exteriores, Moratinos, pero muy especialmente en lo que respecta a Cuba. Hay que reseñar con toda claridad y sin complejos que Cuba es una dictadura repugnante que lleva oprimiendo a once millones de cubanos desde el año 1959, esa es la cruda realidad que hay que denunciar hoy. Es junto con la dictadura de Corea del Norte la más larga del mundo, un caso anacrónico y disparatado en pleno siglo XXI y que resulta absolutamente inconcebible e injustificable. Pero algunos han descubierto esta realidad muy tarde porque el régimen de Castro era igual de repugnante en enero del año 1959 que en 2010; los asesinatos políticos, las torturas y la represión siempre han estado presentes en la vida de la Cuba comunista. Hoy escuchamos aterrados los relatos de los recientes liberados por el régimen cubano y se demuestra a las claras que la posición de determinadas izquierdas en el mundo con respecto a los regímenes de extrema izquierda que todavía perduran es absolutamente vergonzosa, no se puede tolerar de ninguna forma. Es algo inaceptable; no se puede cambiar el pensamiento con respecto a las dictaduras en función del tinte político que tienen, porque yo que creo que hay estar rotundamente en contra de todas sin ningún género de dudas, tengan el color que tengan. Y luego quiero señalar a los señores Zapatero y Moratinos que quedará para mayor escarnio de España, pero también de los socialistas españoles, el haber favorecido la sucesión en la dictadura cubana, como lo han hecho, y no haber apoyado un proceso de cambio político hacia una transición democrática en la isla. Desde el Partido Popular estamos en contra de cualquier tipo de venganza en Cuba, sino que estamos por la labor de facilitar las cosas y apoyamos un proceso de reconciliación nacional que desemboque en una democracia, en las que las fuerzas políticas acepten las reglas de juego y puedan participar con todas las condiciones y garantías a su favor. Estamos por el cambio sin ninguna duda, por supuesto, pero siempre en la dirección democrática y no por otros caminos. Hay que superar el pasado, como ocurrió en la Europa del Este cuando salió del comunismo y cayó el Muro de Berlín. Otra cuestión que me preocupa, y que me parece especialmente grave, es el intento por cambiar la posición común de la UE con respecto a Cuba. Hay un mito que consiste en hablar de los presos políticos en Cuba y cuantificarlos de una forma determinada, cuando lo que nos encontramos en la isla es que hay muchos presos que son encarcelados como presos comunes, simplemente por escuchar una emisora de radio de onda corta, y que sin embargo responden a la naturaleza represiva del régimen castrista. En Cuba, como todo el mundo sabe, mucha gente es detenida, multada y encarcelada y tratada como presos comunes cuando realmente son políticos porque en una situación de libertad y democracia no serían nunca detenidos. Yo creo, por tanto, que hay trabajar por lograr la libertad de todos los presos políticos que hay isla, tanto los que figuran en las listas oficiales como los que no figuran porque no han recibido ese tratamiento. Y le digo también a Moratinos que su gesto de apropiarse de una negociación hecha por la Iglesia católica, de facilitar el exilio de estos presos, me parece muy bien en el sentido de que se trata de buscar una salida a quienes han sido torturados y encarcelados por la dictadura castrista, pero sacarlos fuera del país es muy duro y lejos de seguir trabajando por la patria por la que luchan y a la que aman se hace otra cosa, no es el ideal buscado. El objetivo debería ser avanzar hacia una transición democrática para que todos los exiliados cubanos puedan regresar y ejercer algún día libremente, y sin coacciones, sus derechos. La dictadura castrista debe ser percibida en el futuro como lo que es, una horrible pesadilla, y el único horizonte que debería estar presente en nuestras metas es la democracia para Cuba sin más dilación.
La política exterior hacía Cuba
R.A.: ¿Cree usted que este intento de la diplomacia española para que la Unión Europea (UE) cambie su política con respecto al régimen cubano tendrá éxito y, sobre todo, cree que camina en la dirección correcta?
C.A.M.: No sé si conseguirán los resultados que espera Moratinos, pero sí se consiguen creo que le hará un flaco favor a los intereses de los españoles y también a la UE; igual que a los cubanos. Yo creo que si algo demostró esta crisis es que frente al régimen cubano lo único que da frutos es la firmeza y la defensa de las convicciones hasta el final. El apaciguamiento sólo sirve al régimen estalinista y le manda un mensaje claro: no tienen que cambiar porque tal como son el mundo y la UE les va a aceptar. Además, pienso, este tipo de actuaciones van en contra los principios de la misma UE, que son democráticos, y de las declaraciones que el Parlamento Europeo aprobó en su momento, en el sentido de defender la libertad y la democracia para todos los países del mundo. Estas normas, o principios e ideas, son las que deben regir las relaciones internacionales y no otras. Moratinos está haciendo un servicio a la dictadura cubana y me resulta incomprensible porque tiene esta conducta tan errática que se contradice con los principios democráticos que inspiran a todas las instituciones europeas. No olvidemos que la naturaleza del régimen cubano es policiaca y se sustenta firmemente en la represión, por ese motivo no habido estallidos sociales contra la dictadura como ocurrió en la Europa ex comunista. El control sobre la sociedad es total, mucho más fuerte que algunos países del Este, tal como me contaron algunos amigos rumanos que sirvieron como diplomáticos en La Habana; para ellos, la intensidad represiva de la dictadura cubana era mayor que en Rumania. Quizá un agravamiento de la situación social y económica en la isla provocaría un caos que llevaría a una protesta masiva de impredecibles consecuencias. Si se produce una crisis grave en Venezuela, de quien depende ahora Cuba totalmente, pues es su único socio comercial, el sistema colapsaría y se produciría un desastre generalizado, algo que no debemos descartar. Sería una crisis mayor para Cuba que la que provocó la desaparición de la Unión Soviética. Sin embargo, la policía política castrista es muy efectiva en la represión de toda forma de disidencia y es muy difícil llevar a cabo protestas que escapen a este férreo aparato de seguridad.
R.A.: Entonces, ¿creo que coinciden en qué no se percibe ningún cambio en Cuba?
G.A.: Yo, desde luego, no percibo ninguno. No comparto, a este respecto, la opinión de Moratinos, pues sería dar la razón al régimen castrista cuando trata de presentar algunas medidas cosméticas como cambios que realmente no lo son. Me parece trágico e insultante decir que en Cuba hay un proceso de cambio cuando realmente no lo hay, simplemente porque la gente pueda utilizar los teléfonos móviles. Hay que imaginarnos que hubiera pasado durante el largo periodo franquista si los demócratas de toda Europa, como los suecos o los alemanes, en lugar de haber luchado y protestado contra Franco hubieran apoyado la continuidad del régimen y un franquismo sin el dictador. No olvidemos que estos países que apoyaron la democracia en España enseñaron a las elites políticas de este país cuál era el camino, que no era más que la democracia, y apoyaron efectivamente la transición hacia este sistema. ¿Qué habríamos pensando de los europeos si no hubieran apoyado la democratización de España? Esa es la vergüenza que le quedará al Partido Socialista Obrero Español cuando Cuba se convierta irremediablemente en una democracia, algo que sucederá por mucho que algunos se empeñen en evitarlo. Hay que empeñarse en el cambio político en Cuba y no, tal como ha hecho el actual gobierno socialista, en apoyar la sucesión dentro del régimen castrista.
Los Estados Unido y su política exterior hacia Cuba R.A.:¿Y percibe algún cambio en la actual administración estadounidense con respecto a Cuba?
C.A.M.: Yo creo que Obama hizo un gesto muy valioso cuando quitó los límites a las remesas de los cubanos, que consistía en poder mandar el dinero que se quisiera para ayudar a la isla. Luego también el cambio en las limitaciones para los viajes a Cuba, junto a la libertad del ya citado cambio en las remesas, fueron aspectos fundamentales. Fue un balón de oxígeno para la dictadura también, que padece una crisis económica muy seria, pero la Casa Blanca lo hizo para estimular un cambio en Cuba y, sin embargo, no se ha visto que hubiera voluntad política por parte del régimen para llevar adelante las reformas en el sentido democrático. Si hubiera habido esos cambios, seguramente, Obama habría dado más pasos y se generaría un intercambio positivo, pero no ha sido así porque la dictadura cubana no ha cedido en nada. Pero es que el régimen castrista no está dispuesto a ceder, parece que están instalados en una cultura política que sólo prevé la rendición del adversario y la renuncia de sus principios, incluso lo hacen con la UE o los Estados Unidos. Los líderes cubanos no consideran que el régimen es una dictadura que debe cambiar, esa premisa no la aceptan y creen que su modelo político es el mejor del mundo; así se justifica la represión, el monopartidismo y la existencia de presos políticos en la isla. Su modelo, sostiene la dictadura, es perfecto y no hay ninguno en el mundo que lo pueda superar. Ni siquiera los Estados Unidos. El régimen, además, ha utilizado el embargo como una coartada para su supervivencia política. Pero también quiero señalar que para que el embargo fuera levantado la dictadura cubana lo tendría muy fácil, pues solamente tiene que poner en libertad a los presos políticos y tolerar la existencia de los grupos que no comulgan con el modelo dictatorial castrista. Tres o cuatro reformas que tiene que ver con las libertades fundamentales podrían abrir un proceso de cambio que supusiera el fin al embargo norteamericano; creo que Estados Unidos levantaría el mismo sin problemas y el Congreso norteamericano lo aceptaría. Pero la responsabilidad para el levantamiento del embargo recae en el régimen castrista que no acepta la posibilidad de ningún cambio en sus políticas ni hace concesiones a nadie. ¿Y por qué se acepta comerciar con China y no con Cuba? La respuesta es muy sencilla: los tres millones de ciudadanos norteamericanos de origen cubano forman parte de la política exterior que se hace en los Estados Unidos y son un actor fundamental en este país. Tienen sus representantes en el Congreso y sus senadores; participan en el diseño de la política exterior norteamericana y tienen su peso en la misma. Y esos cubanoamericanos tienen unas demandas lógicas con respecto a la política exterior norteamericana en relación a Cuba y la plantean de la misma forma que otras comunidades con respecto a sus países de origen. Es un elemento que no se debe desdeñar, pues conforma lo que es la cultura de los lobbys, y que es aceptado en los Estados Unidos como una forma de actuar y definir las políticas; en ese sentido, creo, que el embargo de los Estados Unidos tiene que más que ver las demandas de la comunidad cubana radicada en el país que con los deseos de la sociedad norteamericana.
R.A.: ¿Piensas que Obama ha cambiado con respecto a Cuba, Gustavo?
G.A.: Ese es uno de los mitos que en Europa se cultivan con demasiada frecuencia, y tiene mucho que ver con el profundo desconocimiento que hay acerca de los Estados Unidos y sus políticas en el continente. Me causa una profunda tristeza, incluso a veces gracia, que los Estados Unidos sea unos grandes desconocidos en nuestro continente. Puede que en los Estados Unidos haya habido divisiones en torno a la política con respecto a Irak y Afganistán, pero en lo que respecta a América Latina hay un consenso total, y yo he tenido la ocasión de conocer muy de cerca a quienes trabajaban y trabajan en la política exterior estadounidense para este continente de las administraciones de Bush y ahora de Obama. La política exterior de Bush para Iberoamérica fue muy sensata, mucho más de lo que la gente piensa, que por ejemplo jamás cayó en las trampas del dictador venezolano Hugo Chávez o este aprendiz de tirano de Nicaragua que es Daniel Ortega. Ni tampoco le siguió el juego al indigenista y estalinista dictador de Bolivia, Evo Morales, o la propia dictadura castrista. La política exterior de Bush fue moderada, ponderada y mesurada. Hoy, con Arturo Valenzuela al frente de la política exterior de Obama en el continente, ha habido algunos cambios, pero no ha sido óbice para que por parte de estos regímenes haya habido de nuevo provocaciones, ataques y trampas para hacerles seguir su juego, ya de sobra conocido. Estados Unidos no ha respondido a estas provocaciones y ha conseguido superar todas las crisis. Yo creo que la política exterior norteamericana con respecto al hemisferio sigue siendo de consenso. Muy distinto es el caso de España, que ya no es el referente en Europa en lo que respecta a la política exterior hacia Iberoamérica; hemos perdido peso, fuerza y, sobre todo, credibilidad. En la UE ya no somos el modelo a seguir, pero cuando volvamos a ser el referente que fuimos espero que seamos capaces de tender la mano a los norteamericanos y así coordinar nuestras posiciones en un continente que Europa ha abandonado a su suerte últimamente. En el caso de España, además, tiene grandes inversiones en el continente y muchos intereses que debería defender. Pero creo que hay que ser conscientes de que en la región están operando cambios y procesos que hay que analizar para desarrollar nuestras políticas allí, pues estamos asistiendo en los últimos años a que la democracia se está viendo amenazada y puesta en jaque en numerosos países del continente; el régimen venezolano, por ejemplo, vive un proceso singular y es una democracia ya casi clausurada. Si no fuera porque es un país grande, y con una sociedad civil desarrollada, Venezuela sería otra Cuba, pero el dictador no ha podido porque tiene ante sí un tejido de empresas, organizaciones y, en definitiva, actores de un país libre que no piensan dejarse pisotear por Chávez y verse sin derechos en una tiranía. El pueblo venezolano se resiste a vivir en una dictadura y no quiere que su país se convierta en otra Cuba. Hugo Chávez no es un demócrata, es alguien que no cree en la separación de poderes y en el libre desarrollo de una sociedad donde haya libertad de expresión. Venezuela no es una democracia porque no hay Estado de Derecho, ni imperio de la Ley, ni separación de poderes, que son los rasgos básicos que definen, esencialmente, a una democracia. Luego también tiene que haber un respeto fundamental a los derechos y libertades fundamentales de la persona, lo que se conoce como los derechos humanos. Nada de eso existe en la Venezuela de Chávez porque la estructura de poder actual del régimen es lo más parecido a la de los regímenes fascista del periodo de entreguerras en Europa. La politización de las fuerzas armadas venezolanas, la creación de varias policías políticas para controlar a la población sin escrúpulos y sin frenos legales a su actuación, el control de la calle a través de las milicias bolivarianas y la persecución del disidente, entre otros aspectos, constituyen el modelo chavista que la dictadura ha exportado a otros países, entre los que destacan Bolivia, incipientemente en Ecuador y en marcha, si prevalece el intento, también en la Nicaragua de Ortega. El dictador nicaragüense pretende reelegirse indefinidamente y perpetuarse en el poder de la misma forma que ya ha hecho Chávez. También este proceso lo vivimos en Honduras con Manuel Zelaya, que quería seguir en el poder a toda costa y originó la crisis que todos conocemos. El único golpe de Estado que hubo en Honduras fue el perpetrado por Manuel Zelaya contra las instituciones para continuar en el poder al precio que fuera. Debemos decirlo bien alto y claro, sin género de dudas y sin complejos. Los mecanismos políticos e institucionales empleados para destituir a Zelaya estaban previstos en el sistema hondureño para encontrar respuestas a los desafíos presentados por el presidente depuesto. La destitución de Zelaya fue ratificada por todas las instituciones democráticas del país. El camino de Venezuela
R.A.: Como cubano, y esta cuestión se la hago a Montaner, ¿cree que Venezuela se cubaniza?
C.A.M.: Sí, pero no es que lo diga yo, es que lo dice el mismo Chávez. El dictador ya habla de que Venezuela se dirige hacia el mar de la felicidad cubana, su norte político es Cuba y el modelo que él desea para los venezolanos es el colectivista de la isla. Se camina rápidamente hacia este modelo de acuerdo a las circunstancias que le permite la realidad venezolana.
R.A.: En los últimos tiempos la represión contra la oposición democrática venezolana se acentúa, ¿crees, Gustavo, que de aquí a las elecciones previstas para septiembre va a continuar actuando la maquinaría del régimen chavista contra los disidentes?
G.A.: No me cabe duda, conociendo la naturaleza del régimen venezolano y la personalidad de Chávez. Estoy seguro que las persecuciones continuarán, tanto usando medios políticos como fiscales, algo que ya ha hecho en el pasado y que seguramente continuará hasta las elecciones y después. Utiliza la policía y la judicatura, junto a otras instituciones, para aplastar toda forma de disidencia. Los únicos países del mundo que tienen el principio de la sospecha, que es una institución nazi, son Venezuela y Cuba en el mundo. Se piensa que alguien puede delinquir y se le detiene, sin que haya habido el delito, y se le encarcela simplemente porque se sospecha que en un futuro puede delinquir. Es un sistema predelictivo, que sólo existía en el régimen nazi, y que ahora es usado por la dictadura de Chávez. Nos estamos encontrando con un modelo de estalinismo bananero, reinterpretado desde Cuba para Venezuela; se calcula que hay más 100.000 cubanos trabajando en todos los ámbitos en este país, pero muy especialmente en la seguridad y en la policía política del régimen. Venezuela se está cubanizando, la represión chavista se intensifica.
R.A.: ¿Consideran que el continente está cambiando, que se están dando pasos hacia la consolidación democrática?
C.A.M.: Yo creo que en los últimos dos o tres años el espacio chavista ha perdido intensidad y fuerza, al menos si lo comparamos con como estaban las cosas hace seis o siete años. El chavismo pierde su músculo inicial e interés en las sociedades latinoamericanas simplemente porque se está desacreditando, quizá por las mismas características del caudillo venezolano: Chávez es una suerte de papagayo tropical poco serio y cada vez que habla el mismo se desautoriza y le resta fuerza al Socialismo del Siglo XXI, que es como ellos llaman con un disfraz al modelo comunista. En mi opinión, creo que hay gobiernos que están en primera línea en la lucha por la democracia, como hace el chileno, con Piñera al frente, defendiendo las libertades para Cuba e incluso estoy seguro que el próximo presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, hará lo mismo en este sentido. Ya nadie defiende al régimen cubano, que es un fracaso en todos los ámbitos de la vida y donde no se respetan las libertades. Ahora, por ejemplo, estos recién liberados de las cárceles castristas están contando al mundo lo que han padecido y son los testigos del horror de la dictadura.
R.A.: ¿Piensas que la democracia está amenazada en América Latina?
G.A.: Creo que en América Latina se están desarrollando estas amenazas y no sólo en Venezuela, sino que también Bolivia, con la persecución de los ex presidentes y otros casos constatados de represión, se camina hacia ese modelo dictatorial. Incluso se desarrolla la justicia indígena, que no es más que dejar al libre albedrío de algunos consejos sin formación jurídica la vida de las personas. Se está avanzando hacia un modelo de corte totalitario con la complacencia y el silencio de algunos países del mundo libre y democrático, que no elevan su voz ni condenan este tipo de situaciones realmente aberrantes. Asistimos a la consolidación y al avance de auténticas dictaduras, muchas de ellas con apariencia “democrática” sin serlo, y muchos prefieren mirar hacia otro lado que condenar este peligroso abismo hacia el que se sumergen muchas democracias del continente.
Los países iberoamericanos ante el nuevo orden internacional R.A.: ¿Cómo valora, por ejemplo, la posición de Brasil ante Cuba e incluso otros países no democráticos?
C.A.M.: Personalmente, pienso que Lula defiende con mucha tibieza la democracia frente a algunos países, como por ejemplo Irán y Cuba. Dar la espalda a Occidente, como ha hecho Lucha, para apoyar que Irán fabrique armas nucleares y el respaldo del presidente brasileño a las dictaduras venezolana y cubana demuestra que su integridad moral es bastante cuestionable. Creo que Lula no es un gran defensor de las libertades y la democracia, al menos así lo revelan sus gestos. Brasil respeta las reglas de su juego interno en clave democrática, pero en lo que es la política internacional Lula ha sido un peligroso enemigo de la democracia.
R.A.: ¿Y cómo podemos juzgar, o interpretar, el silencio de países como Argentina, Brasil y Uruguay ante esta deriva autoritaria que vivimos en una buena parte de América Latina?
G.A.: En la última cumbre celebrada en Madrid, entre la UE y los países del continente, yo me esperaba de todo, pero el alto nivel de extravagancias de las que fui testigo me superó por completo. Por ejemplo, la presidenta de Argentina llegó a criticar, en un acto público, al poder judicial español por su escasa independencia. Luego Evo Morales, que viene en visita de Estado y la izquierda española le organiza un acto electoral en una plaza de toros antes de las elecciones presidenciales en su país. Incluso un sector de la izquierda de España ha llegado a pedir el Nobel de la Paz para Morales; creo que estamos perdiendo el juicio, sinceramente. Pero hablando de esta cuestión concreta a la que te referías, quiero añadir que la actitud de Brasil ante Irán me ha parecido sorprendente, ya que el régimen iraní ha puesto en marcha un proyecto nuclear de una forma clara y tiene la intención de fabricar armas nuclerares. Y que curioso que Castro ahora reaparezca para defender a Irán; yo creo, y ya lo he denunciado en uno de mis libros, que hay un eje antioccidental que tiene unos objetivos claros y donde convergen regímenes de ideologías distintas pero con los mismos intereses políticos. Es un eje centrado en el odio y que posee unos sentimientos antioccidentales muy claros y radicales.
R.A.:¿Se consolidará como un bloque político de futuro la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) que lidera Hugo Chávez?
C.A.M.: No lo creo. Considero que la ALBA es una nueva versión de lo que fue el fracasado CAME que unía a los extintos países socialistas. No tiene ningún futuro. No olvidemos que el pacto económico que auspiciaban los soviéticos eran un absoluto fracaso, donde todos los que participaban perdían y no les aportada nada su pertenencia a esa organización. Cuando el bloque socialista se disuelve, el CAME también y pone fin a su ruinosa existencia. La ALBA está condenada al fracaso porque tiene sólo raíces políticas y sus planes faraónicos, como ese banco continental, no saldrán adelante, no funcionarán. Van hacia el desastre, como la propia economía venezolana. Son esfuerzos que no conducirán hacia el triunfo del chavismo, sino a la pérdida de recursos y de tiempo en un empeño que fracasará, pues no tiene bases sólidas y pretende crear un nuevo CAME que ya se hundió y no dio los éxitos esperados. No creo que la ALBA prospere en América Latina, es un proyecto condenado desde sus orígenes.
R.A.: Aparte de este eje antioccidental del que hablas, que tiene sus raíces en el continente americano y cuya máxima expresión es la ALBA, parece que se vislumbra otro bloque de países más en la órbita de la democracia occidental, como pueden ser Perú y Colombia, ¿crees que algo está cambiando?
G.A.: Yo creo que uno de los problemas es el revisionismo, el poner apellidos a la democracia nos acerca más a la dictadura. La democracia orgánica de Franco, la democracia popular y la dictadura comunista alemana, que se hacía llamar la República Democrática Alemana, pero que de democrática no tenía nada, son ejemplos claros de ese revisionismo. ¡Cuántas dictaduras se hacen llamar democráticas! El Socialismo del Siglo XXI de Hugo Chávez no es más que el nuevo comunismo, un proyecto que tenía Chávez desde sus orígenes políticos y que no era más que el desarrollo de una dictadura, tal como está pasando en Venezuela. El modelo de Chávez es el de Marcos Pérez Jiménez, el dictador venezolano que Chávez visitó en España antes de morir. Su modelo es caudillista y dictatorial, no es un proyecto político democrático y no pasa por las libertades, desde luego. Honduras y la comunidad internacional.
R.A.: Finalmente, ¿les pregunto a los dos si no consideran que la comunidad internacional, incluyendo aquí a la Organización de los Estados Americanos (OEA), ha sido especialmente dura con Honduras, mientras calla sobre los graves sucesos que acontecen en otros países?
C.A.M.: Los gobiernos de Lobo y Micheletti en Honduras son mucho más democráticos que el gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua, que ha roto con todas las formas democráticas. Y nadie en el mundo condena al régimen de Ortega, que ganó unas elecciones bastante discutibles y no se comporta de una forma muy limpia que digamos. El mundo le ha dado un pedigrí que no se merece. La práctica de gobierno de Daniel Ortega no ha sido muy democrática, pero nadie le condena y nadie le exige nada, como sí se hace con Honduras y con el gobierno legítimo de Porfirio Lobo en Honduras. Las elecciones de Honduras fueron limpias, transparentes y legítimas, incluso con la mayor participación de la historia y habiendo obtenido Lobo uno de los mayores porcentajes de votos a favor de un candidato en las elecciones celebradas en este país. Es una injusticia como se ha tratado a Honduras. La izquierda ha manipulado informativamente lo que ha ocurrido en Honduras y ha tenido éxito en esta política. No se ha querido entender lo que ocurrió en Honduras, que no fue más que una crisis constitucional porque el presidente había violado las reglas de juego dentro del sistema político. La institucionalidad del país, incluidos el Congreso hondureño y el poder judicial, impidieron que el presidente Zelaya siguiera por ese camino de vulneración de las normas del orden político y constitucional de Honduras. No se quiso ver así, habiéndose generado lo que yo considero una distorsión del verdadero problema. Y luego la izquierda se apoderó de la cuestión hondureña y convirtieron al gobierno de Lobo en una suerte de apestado. Estados Unidos, sin embargo, fue cambiando su política con respecto al tema y comenzó a percibir de una forma más positiva, más objetiva se podría decir, la situación hondureña.
G.A.: En Honduras ha habido unas elecciones democráticas ejemplares que ya quisiera para sí Venezuela. El partido que estaba en el poder perdió dichos comicios y entregó de una forma limpia y democrática el gobierno al partido que ganó en las urnas. El día que Cuba tenga la décima parte de la democracia de la que goza actualmente Honduras, ese día podríamos decir que se ha iniciado en la isla un proceso de apertura democrática, mientras tanto, no. ¿Cómo es posible que a una democracia verdadera como la de Honduras se la expulse de la OEA al tiempo que se invite a una dictadura repugnante como la de Cuba a participar en los trabajos de esa organización? Es un disparate absoluto.