“El asalto al Palacio de Justicia fue un error”, asegura Navarro Wolff

Antonio Navarro Wolff: “La oposición a Santos se la hace Uribe, lo cual indica que quizá no lo está haciendo mal”

Ricardo Angoso   martes, 20 de septiembre de 2011

Antonio Navarro Wolff ha sido de todo en la política colombiana, desde diputado constituyente, en la asamblea legislativa del año 1991, hasta gobernador del departamento de Narillo, actualmente, pero por lo que es más conocido en su país es porque representa a la izquierda más conciliadora y moderada del espectro político colombiano, pese a provenir de la guerrilla y haber defendido en su momento la vía armada. Ahora, muy lejos de los años de “plomo”, trabaja en la refundación de la vía socialdemócrata en Colombia y en la plena integración de los pueblos latinoamericanos a través del proceso andino.

ATENEA DIGITAL: ¿Cómo está el espíritu de integración andino, se avanza en el proceso?

Antonio Navarro: Yo creo que, muchas veces, demasiadas, se habla del proceso político y económico, pero muy pocas veces nos referimos a la integración de los pueblos y las culturas. Nosotros, por ejemplo, aquí en Nariño, siendo una región pequeña, aislada en Colombia, trabajamos por ese encuentro entre las culturas y los pueblos, promovemos un Festival-Encuentro de las Culturas Andinas, donde vienen representantes de todos los países andinos e incluso de otros países. La integración de nuestros países tiene muchas dimensiones y, claro que tenemos problemas en la Comunidad Andina (CAN) porque, por ejemplo, Venezuela se fue y ahora está acercándose a Mercosur. Hay tratados de libre comercio de Perú con los Estados Unidos, lo que no gusta a todos. La CAN fue el primer proyecto en pro de la integración regional y reconozco que estamos en el mejor momento, sobre todo en el aspecto económico. Creo, sin embargo, que es muy importante que trabajemos en lo que es la integración cultural entre nuestros pueblos, para que se sienta que realmente el proyecto avanza y que se está construyendo una verdadera identidad andina. Por eso, creo, este proyecto de encuentro de las culturas andinas aquí en Nariño es fundamental en este proceso que cohesiona a los pueblos de una forma clara.

¿La salida de Venezuela es irreversible?

A la CAN es muy difícil que vuelva, al tiempo que tampoco Venezuela ha conseguido todavía integrarse definitivamente en Mercosur, sobre todo porque se oponen algunos legislativos de esos países. Pero, ya le digo, no creo que se vaya a producir el viaje de vuelta de Venezuela, sería un proceso complejo.

Sin embargo, el momento es mucho mejor que hace unos años, sobre todo a raíz de la reconciliación entre Colombia y Venezuela y Ecuador, por otro lado, ¿no cree?

Se ha notado esa mejoría claramente, sobre todo en el flujo de visitas de dirigentes y líderes de Ecuador a Colombia. Yo creo que el cambio de gobierno en Colombia ha sido muy positivo para las relaciones internacionales, sobre todo porque apostó por relajar el ambiente y apostar por la integración y la cooperación, pero también internamente se siente un aire más fresco en la política colombiana. No olvidemos que el gobierno anterior, el de Uribe, era absolutamente polarizante. En un país como Colombia, con los indicadores de violencia y los problemas estructurales que tenemos, encima tener un gobierno que polariza era ya demasiado. Vivimos un momento muy positivo con nuestros vecinos y es de agradecer que esa situación de crisis se haya superado.

¿Parece que el país vive una luna de miel con el presidente Santos, sobre todo porque su popularidad es altísima?

Se vive una luna de miel prolongada, casi un año, pues las lunas de miel no duran tanto tiempo. Pero dura por lo que decía antes: el gobierno Santos generó distensión en el país, creando un ambiente más favorable en una nación que ya tiene de por sí una situación muy complicada, y sobre todo en las regiones que están lejos de las ciudades grandes. Luego, creo que ha habido otro factor importante, como que Santos ha sido muy progresista y casi me atrevería a decir que actuó como un socialdemócrata durante su gobierno.

¿Se aleja usted de las críticas que le hacen desde la izquierda a Santos?

Hay mucha gente de la ortodoxia marxista que no evoluciona y no quiere ver las cosas como son realmente. Santos trabajó con asuntos y temas que nadie esperaba que los fuera a tratar, como el asunto de las tierras y las víctimas. El presidente Santos, está claro, es un oligarca urbano y, en cierta medida, liberal, pero no es la derecha más radical, eso está claro.

¿Cómo ve la salud de la izquierda colombiana, más concretamente del Polo Democrático?

Veo al Polo un poco derretido, con muchas dificultades. Parece como si cuanto más duros y puros se muestren, mejor, y ese es precisamente un defecto de la izquierda. Cuando todos somos iguales e idénticos, nos sentimos muy cómodos, pero somos marginales; la tendencia a la marginalidad es letal para la izquierda e imposibilita el avance. Es cierto, son izquierdas muy puras, conservan las esencias, pero son marginales y sin ninguna posibilidad de llegar al poder algún día, de estar en las instituciones. Y ese es el camino que lleva el Polo, el de la pureza de las esencias, el de la marginalidad.

¿Parece, no obstante, que la oposición a Santos en Colombia la hace Uribe?

Claro que sí, la derecha de Uribe se ha convertido en la oposición, lo que a lo mejor indica que Santos tampoco lo está haciendo tan mal. Santos, como he dicho antes, es un liberal, un hombre de centro con sus características progresistas. Luego, al llegar al poder tras Uribe, que era una derecha tan marcada, Santos lo tenía fácil para ser más progresista; el problema es que quizá está ocupando un espacio ideológico demasiado amplio y no deja muchas alternativas claras a sus políticas. Esa alternativa, claramente, no pasa por la ortodoxia de izquierda y tampoco la veo en la extrema derecha uribista. Tendrá que aparecer otra cosa, otra fuerza política.

Del asalto al Palacio de Justicia a la búsqueda de la paz

Usted que procede del M-19, que abandonó las armas y se unió a la “batalla” política a través de las urnas, ¿cómo no fue posible este camino con las FARC y el ELN?

Yo creo que estos asuntos son de una gran complejidad. Y creo que tiene mucho que ver con el aumento del paramilitarismo en Colombia en los años ochenta y noventa; ese proceso terminó en un endurecimiento terrible de las fuerzas guerrilleras. Luego tampoco estas fuerzas están totalmente derrotadas. La paz para estos grupos solo significaría un cambio de método y sus líderes no están dispuestos a ir a la cárcel, sino a seguir dando la batalla, haciendo política. Nunca renunciarán a hacer política, por tanto creo que ese es el principal obstáculo para la paz: que el estado les ofrece la cárcel y no seguir haciendo política, algo que no aceptan.

¿No tiene la impresión de que en Colombia nunca se cierran los grandes contenciosos, como el asunto del Palacio de Justicia y el asesinato de Álvaro Gómez, por poner tan sólo dos ejemplos?

Una impunidad que es casi histórica en este país. No se olvide que ni siquiera sabemos quién mató a Gaitán, en 1948, cuyo asesinato marcó la historia de este país en estos 63 años de un modo brutal. Lo del Palacio de Justicia es un asunto claro y ya se sabe lo que pasó; lo que ocurre es que ese hecho fue un asunto atroz que no se cerró bien jurídicamente. Ese asunto no se cerró debidamente, pues el gobierno debía haber concedido una amnistía y no un indulto; los guerrilleros, por ejemplo, lo pedimos, pero, sin embargo, los militares no lo hicieron en su momento porque supuestamente su honor militar se lo impedía. Ese es el problema de los militares implicados en el asunto del Palacio de Justicia: se equivocaron por no pedir el indulto y hoy están en la cárcel por no haberlo pedido y, sobre todo, por su arrogancia. Siguió un proceso jurídico que terminó con los militares implicados en aquellos luctuosos sucesos, presos, y con los guerrilleros en la calle a merced del indulto. No obstante, si hubiera habido una amnistía, como digo, no estaríamos en esta situación que vivimos ahora.

¿Lo sorprendente es que por estos acontecimientos del Palacio de Justicia solo fueron juzgados militares y no los políticos que dieron las órdenes y asumieron sus responsabilidades al día siguiente de estos hechos?

Tal vez el presidente de la República de entonces, Belisario Betancourt, no fue juzgado por los tribunales, pero sí lo fue por el pueblo y por la historia. También por la opinión pública; el antiguo presidente ya sólo se dedica a la cultura y a las artes y es porque no puede estar en otro sitio, está incapacitado. Ya no tiene espacio político ni en la vida pública.

¿Crees que la guerrilla estuvo a las circunstancias en aquella toma del Palacio de Justicia?

El acontecimiento del Palacio de Justicia fue un acto brutal, atroz, en un momento muy complicado de la historia de Colombia. Fue, además, una equivocación del M-19, un gravísimo error político de cálculo. Pero también las Fuerzas Armadas del país actuaron de una forma desmedida y desproporcionada ante este desafío, pero es un hecho que marcó muy duro y durante muchos años la historia de este país. Los suceso del Palacio de Justicia fueron una parte más de una historia brutal que hemos vivido en esta nación fruto de una guerra y un conflicto que todavía perdura desde hace más de cinco décadas.

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