ENTREVISTA A GLORIA INÉS FLÓREZ, DIPUTADA DEL POLO DEMOCRÁTICO ALTERNATIVO EN EL PARLAMENTO ANDINO
TITULARES:
“El Gobierno de Juan Manuel Santos se ha dado cuenta finalmente de que Colombia no puede estar aislada de la región, que nuestro país tiene que tener un papel y algo que decir en el continente”
“No se trata de trasladar la política antidrogas de los Estados Unidos al continente, que además no ha sido eficaz; las drogas siguen entrando en este país y el consumo sigue aumentando, sino de ser capaces de construir alternativas desde nuestros países”
“Lo que no se puede hacer es seguir aplicando políticas antidrogas fracasadas que no han generado soluciones reales ni a los países productores ni a los consumidores. El problema ya es global, nos afecta a todos”
“Yo creo que en América Latina los gobiernos de derechas no pueden aislarse de los nuevos procesos que se dan en el continente y en el mundo”
ENTRADILLA:
Con una notable experiencia en el campo de los derechos humanos en Colombia y también en la izquierda de su país, Gloria Inés Flórez es una de las cinco representantes de su país en el Parlamento Andino y la más votada de todos ellos, con más de 155.000 votos en su haber. Figura muy cercana a la izquierda tolerante y tranquila que encarna el ex candidato presidencial Gustavo Petro, Flórez aboga y defiende la apertura de su fuerza política a otros sectores sociales y políticos para ganarse el corazón de los colombianos y ofrecer un proyecto sólido a su país. También apuesta por la plena integración continental para dar respuestas en clave regional a los desafíos que tiene ante sí América Latina.
Ricardo Angoso:¿Qué es el Parlamento Andino, qué hace y qué actividades desempeña en el proceso de integración latinoamericano?
Gloria Inés Flórez: El Parlamento Andino es uno de los pilares esenciales del sistema andino de integración, y creo que tanto en su diseño como en sus funciones es uno de los mejores del mundo. Luego hay otros órganos fundamentales dentro del sistema andino, como, por ejemplo, el consejo de ministros exteriores de los países miembros y el Tribunal Andino, que sirve para regular nuestras relaciones y definir las competencias. Al Parlamento Andino le corresponde el ejercicio deliberante y la representación de los pueblos andinos, tanto para hacer propuestas con contenidos claros como para discutir los asuntos que le son propios en este proceso de integración. También presentamos iniciativas, resoluciones y propuestas que más tarde son discutidas por los gobiernos que se reúnen periódicamente en el marco de la comunidad andina; creemos, desde el Parlamento Andino, que los gobiernos deben trabajar para que se produzca la integración en todos los órdenes de la vida, desde lo social a lo económico pasando por la cultura y la acción política en el orden internacional. Entonces, y resumiendo, ese es el papel del Parlamento Andino: presentar propuestas para que avance la integración y elaborar ideas para el desarrollo de nuestra comunidad. Pero tampoco nos olvidamos de nuestra labor de control y supervisión de lo que es el sistema andino. Creo que, en este sentido, tenemos que seguir trabajando por la integración y los avances sociales, pues hemos logrado notables éxitos en lo que es la parte comercial y económica, pero no en lo que son los contenidos sociales del proyecto. Por ejemplo, tenemos un espacio académico muy importante, como la Universidad Andina Simón Bolívar, y también hemos desarrollado un área para el desarrollo de la sociedad civil, sobre todo en lo que se refiere a escuchar, a través de consejos asesores, a nuestros pueblos y luego presentar propuestas que favorezcan sus demandas.
R.A.:¿Fue un gesto de hostilidad la salida de Venezuela de la Comunidad Andina?
G.I.F.:No lo veo así. Creo que lo hubo es que salió a relucir esa tensión que hay entre los varios modelos cómo se percibe el proyecto de la Comunidad Andina; son muchas las formas de ver el diseño de este sistema de integración y muchas las visiones. La retirada de Venezuela de la Comunidad Andina tuvo como consecuencia la salida también de sus parlamentarios del Parlamento Andino y se dio por la discusión de los siempre polémicos tratados de libre comercio, que habíamos definido a través de acuerdos para defender nuestras economías nacionales y el ejecutivo de Venezuela se mostró muy crítico con la posición de Perú al firmar un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. La salida de Venezuela no fue una pataleta, sino que respondía a razones más profundas y una manera de ver de este país acerca de este tipo de acuerdos. Entiendo sus razones, pero no las comparto, obviamente, porque esta salida afectó al proceso de integración en marcha y porque daña el proyecto común andino, en donde ahora se echa en falta a Venezuela. Fue un golpe duro al proyecto porque Venezuela había jugado un papel muy importante y, además, era el país que más recursos aportaba al sistema andino y que más pronto adoptaba las decisiones aprobadas. Venezuela era una pieza fundamental, eso no se puede negar. Estamos estudiando cómo afrontar también su salida en lo que se refiere a los aspectos comerciales y económicos, pues había muchos acuerdos sobre la mesa y estaban definidas unas relaciones preferenciales entre los distintos países andinos. Pero queremos que Venezuela regrese, de la misma forma que Chile, como país asociado y aunque participe en otros foros que se implique en el proceso andino; trabajamos por que se produzca esa reintegración de los venezolanos. Tampoco el proyecto andino se contrapone o se contradice con otras iniciativas regionales, pues en mi opinión en el proceso de integración del continente los bloques subregionales van a jugar un papel fundamental y son una pieza básica en este momento histórico. La experiencia que tienen estos bloques y el desarrollo de las propuestas y avances pueden ser la base para lo que pretende ser la futura Unasur. En definitiva, nuestra apuesta pasa por consolidar y asentar esos bloques regionales en el camino hacia el definitivo asentamiento de Unasur como parte y órgano fundamental en el proceso de integración latinoamericana.
R.A.:¿Parece que se vive un momento nuevo en las relaciones entre Venezuela y Colombia tras ocho años de desencuentros entre Chávez y Uribe?
G.I.F.:El Gobierno de Juan Manuel Santos se ha dado cuenta finalmente de que Colombia no puede estar aislada de la región, que nuestro país tiene que tener un papel y algo que decir en el continente. No podemos estar aislados en un mundo globalizado porque quien está solo pierde siempre. El espacio legítimo, real, para Colombia es América Latina e instituciones como Unasur o la Comunidad Andina. Yo creo que ese es el principal motivo por el que Santos cambió, a diferencia de la política exterior que había tenido Uribe. Ya antes de llegar al gobierno, en la campaña electoral, se detectaba que iba a haber un cambio fundamental, un giro en esa política, sobre todo en lo relativo al manejo de las relaciones con dos de nuestros vecinos, que eran ni más ni menos que Ecuador y Venezuela. Luego, al llegar al gobierno, Santos concretó aún más esa política, que para mí consiste en la continuación del modelo económico neoliberal pero con unas buenas relaciones con sus vecinos al margen de quien los gobierne. Pero también creo que el nuevo gobierno, pese a que quiere seguir manteniendo unas buenas relaciones estratégicas con los Estados Unidos, va a ir más allá y va a tender puentes hacia Brasil, China, India y otras economías emergentes que van a tener un papel fundamental en este mundo globalizado. Son grandes potencias a las que no se puede llegar de manera solitaria porque se pierde fuerza y potencia en las relaciones con las mismas, es decir, que hay ir coordinadamente en esas relaciones con nuestros vecinos y con las instituciones que el continente tiene.
Yo creo que en América Latina los gobiernos de derechas no pueden aislarse de los nuevos procesos que se dan en el continente y en el mundo. Hay dos proyectos en el continente, eso está claro: por un lado, los gobiernos de izquierda y progresistas, que buscan soluciones sociales y diseños de políticas más justas, mientras que, en la otra parte, los gobiernos de derecha que ahondan en sus propias políticas neoliberales, como hacen Piñera en Chile y el mismo Santos en Colombia. Estos gobiernos de izquierda a los que me refería antes han tenido un papel protagónico en los procesos de integración continental y han tenido un relativo éxito en los mismos, mientras que los gobiernos de derechas se están integrando tardíamente a estos procesos en marcha y ahora buscan su espacio.
R.A.:¿Parece que se perfila un eje de centro derecha continental Chile-Perú-Colombia, es así?
G.I.F.:Sí, claro, es un proceso lógico porque son afines en el modelo, en su diseño de relaciones comerciales y en su visión del mundo. Incluso ya se habla de un bloque Pacífico en que también se incluiría a Panamá, pues también tiene un gobierno de las mismas características, e incluiría a Perú, Colombia y Chile. Este grupo de países, además, jugaría sus cartas en las instituciones latinoamericanas. Santos apuesta por esta dirección, por el cambio en las relaciones internacionales y por una mejor relación con sus vecinos. Yo creo que para Estados Unidos, como ha sido siempre, América Latina es su patio trasero. Ahora, sin embargo, detectó que hay un cambio, que miran de otra forma el continente y lo perciben diferente. También está la presencia militar norteamericana, incluso en Colombia, donde hay una apuesta estratégica y política de Washington.
Pero yo considero que ahora tenemos muchos desafíos nuevos y creo que la región tiene que afrontarlos de una forma autónoma, buscando nosotros mismos soluciones. Por ejemplo, está el asunto del narcotráfico que empieza a golpearnos duramente a todos, no solamente a México, como últimamente estamos viendo, sino que la gangrena se extiende por la región y hace falta una respuesta desde las instituciones a este cáncer. A este respecto, creo que Unasur debería comenzar a trabajar en esta dirección y dar respuesta a este desafío inmenso. No se trata de trasladar la política antidrogas de los Estados Unidos al continente, que además no ha sido eficaz; las drogas siguen entrando en este país y el consumo sigue aumentando, sino de ser capaces de construir alternativas desde nuestros países.
G.I.F.:¿Cuál es la solución al problema del narcotráfico, legalizar el consumo, como pretenden algunos?
Hay que buscar otros caminos porque hasta ahora las políticas implementadas no han dado sus frutos y la droga sigue contaminando la vida de Europa y de nuestro continente. Tenemos que buscar nuevas alternativas que ofrezcan soluciones reales. Hay que ir a la raíz del problema y atacar a los grandes carteles de la droga. Tenemos los ejemplos de Brasil y México, donde por cierto se aplicaron políticas antidrogas ya fracasadas e importadas de los Estados Unidos. Tenemos que ir, como he dicho antes, a la verdadera raíz del problema y perseguir con todos los medios y formas a los grandes carteles que manejan la droga en el continente y seguramente en el mundo. Luego hay bancos que se benefician del negocio, que se lucran, y hay que perseguirlos y buscar ese dinero que se genera de la droga. No sólo se trata de perseguir a los productores, como Colombia, sino de buscar la alternativa a un problema que está afectando a la humanidad entera. Lo que no se puede hacer es seguir aplicando políticas antidrogas fracasadas que no han generado soluciones reales ni a los países productores ni a los consumidores.
R.A.:Volviendo al asunto de la integración latinoamericana, ¿qué modelo contempla como el más razonable para realizar este sueño?
G.I.F.:El proceso de integración no sólo puede verse desde los gobiernos y quizá por eso no se ha desarrollado el mismo sistema andino de integración. Hace falta un buen parlamento de la región, donde se recojan nuestras aspiraciones y anhelos continentales. Yo creo que Unasur va por buen camino y ha entendido que puede ser el foro donde tomar decisiones políticas para todo el continente. Hacen falta instrumentos legislativos, como un buen parlamento, y con órganos judiciales que obliguen a nuestros gobiernos a tomar decisiones políticas, económicas y sociales que sean percibidas por nuestros pueblos como medidas positivas. Crear una conciencia ambiental y desarrollar nuestra propia política ambiental. Nosotros, desde aquí, lo que vemos es que es posible que converjan estos dos grandes proyectos que son Mercosur y la Comunidad Andina; ahí hay una gran experiencia y una trayectoria positiva que puede servir como base para crear una ágil y efectiva Unasur. No se puede desandar el camino andado por estas instituciones. Y Colombia debe trabajar en esta dirección, apostando fuerte por la integración y contribuyendo al fortalecimiento de nuestras instituciones regionales. Tenemos que ser capaces de construir nuestro marco de relaciones continentales y darnos las respuestas que todos los problemas tienen.
R.A.:Finalmente, quiero hacerle una pregunta muy local referida a Colombia: ¿qué ofrece la izquierda hoy a Colombia y más concretamente su formación política, el Polo Democrático Alternativo?
G.I.F.:El Polo Democrático se concibió como un proceso de unidad e integración de los grupos progresistas y de izquierda que conformaban esta concepción política. Era un Proyecto de unidad en la diversidad; un espacio abierto, democrático, pluralista y que, con el tiempo, estaba destinado a ganar el corazón de la gente y abanderar la voluntad de cambio. Yo creo que el Polo en los últimos años ha tenido avances y retrocesos; en la pasada campaña electoral, por ejemplo, quedamos en un cuarto lugar, es cierto, pero quedamos posicionados como una fuerza que tenía el mejor candidato y las mejores propuestas. La gente nos decía que así era, que era verdad que nuestro candidato presidencial tenía el mejor programa, pero que no era todavía nuestro momento, que el país no había madurado para el cambio. La coyuntura no era la adecuada y el momento político, tampoco.
Luego, no lo olvidemos, en las pasadas elecciones había nacido un proyecto nuevo, el Partido Verde de Antanas Mockus, y un elemento mediático a su favor que le favoreció a través del llamado voto útil, que tanto daño nos hizo a nosotros. Se impuso Mockus porque la gente decía que había que votar por este candidato para que no ganara Santos, y así fue posible que los verdes avanzaran hasta los tres millones y pico de votos y nosotros sufriéramos por este voto útil al que me refería antes. Luego los medios se volcaron con Mockus y con su discurso. El banderín de la “decencia” que exhibió Mockus funcionó porque en este país han pasado cosas tan terribles que ya la gente se conforma con que al menos alguien diga que va a ser decente. Esa fue la razón del éxito del fenómeno Mockus y el impacto mediático que tuvo a su favor en numerosos medios. Creo que este movimiento a favor de los verdes era un aldabonazo para el cambio tras décadas de control político y social por parte de un bloque monolítico que muy claramente controló la vida de este país a su favor y en defensa de sus intereses. Después creo que no se debe menospreciar el hecho de que si sumamos los votos verdes y los del Polo son casi cinco millones de voluntades a favor del cambio político, de luchar contra la resignación y la desesperanza. Es mucho para este país si examinamos la historia reciente.
Pero también creo que el problema de cierta izquierda y de algunos dirigentes de la misma es que ven a los partidarios de los verdes como nuestros enemigos y no como nuestros futuros aliados y amigos; gente que se podría un día a unir a nuestro proyecto y sumar parte del bloque común que lidera el Polo. Tenemos que ser capaces de crear un proyecto plural y abierto que se gane el corazón de la gente y sea capaz de avanzar con políticas reales que redunden en el beneficio general; en este sentido debemos comenzar a trabajar desde ya para el 2011 y ser capaces de disputar en las elecciones locales y regionales mayores responsabilidades y cotas de poder.