La diplomacia norteamericana se manifiesta «sorprendida» por las acciones del Gobierno español y espera recibir explicaciones
La diplomacia de Estados Unidos, que durante un año ha coordinado una política conjunta con la Unión Europea para consolidar a Juan Guaidó como líder legítimo de Venezuela, encargado de convocar nuevas elecciones y abrir un proceso de transición a la democracia, se mostró ayer contrariada por la reunión secreta del ministro español de Transporte, José Luis Ábalos, con la vicepresidenta del régimen chavista, Delcy Rodríguez, y la negativa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de recibir al propio Guaidó como un homólogo en su visita a Madrid.
Desde el punto de vista del Gobierno de Donald Trump, estas acciones de España, que califica de «sorprendentes», dañan la política común de la UE y la cooperación de esta con EE.UU. «El hecho de reunirse con alguien a quien has sancionado daña las políticas conjuntas que han avanzado EE.UU. y la UE. Y lo cierto es que daña también el marco de la UE, que requiere de cooperación para implementar este tipo de sanciones», dijo ayer la subsecretaria adjunta del Departamento de Estado norteamericano, Carrie Filipetti, que supervisa la política de Washington hacia Venezuela.
«Cabe recordar que Delcy Rodríguez está sancionada por la UE, y que tiene prohibida la entrada en Europa, es muy sorprendente que algo así suceda», dijo la diplomática norteamericana, quien admitió que Washington espera explicaciones de Madrid. «Tenemos muchas preguntas, que vamos a intentar que responda el Gobierno español. Pero ciertamente estos desarrollos no es que sean bienvenidos», dijo Filipetti.
Guaidó ha sido reconocido como jefe de gobierno de Venezuela por más de 50 países, tras un año de laboriosas gestiones de la Casa Blanca y el Departamento de Estado. Hace unos días, el jefe de la diplomacia norteamericana, Mike Pompeo, se reunió con Guaidó en Bogotá. Por eso extraña a Washington que precisamente ahora el Gobierno español y sus socios de coalición se resistan a recibir al político venezolano como lo harían con otro presidente.
«Esto no debería ser un problema de izquierdas o derechas. El presidente Guaidó no representa sólo a un partido político, representa al pueblo de Venezuela y la voluntad de lograr, por la paz, la libertad y la democracia. Por eso se ha reunido con tantos líderes internacionales y jefes de estado», dijo ayer Filipetti.
Sobre la negativa de Sánchez a verse con Guaidó, esta diplomática dice: «No sé los motivos del presidente Sánchez, pero instamos a los jefes de Gobierno a que se reúnan con el presidente interino, por una razón en concreto: para escuchar de primera mano lo que sucede sobre el terreno. Así podrán saber qué duro es ser un diputado de la Asamblea Nacional al que le revocan la inmunidad, enfrentado a la amenaza constante de violencia y represión mientras luchan para defender a la población civil».
Sí tuvo Filipetti un mensaje para la oposición española: «Pedimos a los líderes en España y en cualquier otro país que se reúnan con el presidente interino Guaidó y que se tomen el tiempo de escuchar lo que tiene que decir, para saber qué pasa realmente en Venezuela», añadió.
De «decepcionante» calificó la reunión de la vicepresidenta de Maduro y Ábalos otro alto diplomático de EE.UU., Jon Piechowski, también subsecretario para América Latina. «No voy a revelar las conversaciones privadas que tenemos sobre asuntos diplomáticos, pero sí tenemos muchas preguntas acerca esta reunión del ministro español y Delcy Rodríguez, dado que ella es una oficial del régimen de Maduro sancionada no solo por EE.UU. sino también por la UE y creo que celebrar este tipo de reunión con ella es decepcionante y podría ser desalentador. Tenemos preguntas que hacer».
En otra entrevista con ABC, Morgan Ortagus, la portavoz de la diplomacia norteamericana, recordó que el apoyo a Guaidó «tiene que ver únicamente con la restauración de las elecciones libres y de la democracia» y recomienda a España, como a sus demás socios europeos, «que practiquen lo que predican». EE.UU. asegura que respeta la autonomía del Gobierno español para marcar su política exterior, pero le recuerda el marco de cooperación con EE.UU. de la UE. «Una de las cosas que le importa, mucho, a la Administración Trump es la soberanía y derecho a la autodeterminación de cada país. España tiene unos líderes elegidos que deben decidir cuál es la mejor política para su país. Dicho esto, nuestra política es apoyar que haya de nuevo elecciones libres y justas en Venezuela y la restauración de la democracia. Creemos que Maduro debe irse, así que no nos vamos a centrar en lo que un país hace o no hace, sino que nos vamos a centrar en los muchos y muy exitosos encuentros que Juan Guaidó tuvo en América Latina y Bogotá, y en Europa con líderes como Boris Johnson», dijo.
Ortagus recomendó a «las democracias a las que les preocupe la nefasta influencia del régimen de Putin en Rusia o del Partido Comunista chino» que deberían «posicionarse con EE.UU. para apoyar elecciones justas y libres en Venezuela y en el resto del mundo».
El 30 de abril, el gobierno estadounidense apoyó un pronunciamiento de la oposición en Venezuela, que fracasó a la hora de forzar la salida de Maduro. Desde entonces, EE.UU. ha pedido a España y otros socios que se posicionen firmemente del lado del cambio democrático en Venezuela, sobre todo aprobando sanciones. Desde 2018, EE.UU. tiene a la vicepresidenta de Maduro con la que se vio Ábalos en la lista de sanciones por conculcar los derechos civiles de los venezolanos y explotar en beneficio propio los recursos de su país. También ha sancionado a su hermano, Jorge Rodríguez, que fue vicepresidente de Venezuela entre 2007 y 2008.