Doble estándar
Por Ramón Custodio López
Mientras el 14 de agosto de 2009 en las Islas Turcas y Caicos, ambas territorios de ultramar del Reino Unido, a raíz de una investigación que realizó el gobierno británico al gobierno de las islas, este determinó que la corrupción en la administración era mucha, en forma unilateral disolvió los poderes gobernantes y los sustituyó de hecho y por manu militari, por un gobernador interino, acabando así, de un solo pencazo, con un gobierno propio de más de treinta y tres años.
A pesar de que la Carta de la Organización de Naciones Unidas ampara a los territorios de esta categoría, no hemos sabido de ninguna discusión del caso en la Asamblea General de este organismo, ni del más mínimo interés de la solidaridad internacional.
Por años sostuve una oposición razonada en contra de la aplicación de la Doctrina Monroe, por parte de todos los gobiernos de los Estados Unidos de América, por la cual se encubría el intervencionismo con la fórmula de América para los americanos. Esta doctrina, si así puede llamársela, fue la que permitió la ocupación de Honduras por tropa de los infantes de marina en 1924, antes de que los gobiernos de Latinoamérica suscribieran el tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), como parte de la guerra fría. Luego con ese TIAR en 1954 tuvo lugar la intervención encubierta en Guatemala.
Con TIAR y sin TIAR uno puede ser consecuente o no serlo frente al intervencionismo, pero ahora algunos se pliegan al mismo, implorando la Doctrina Monroe, porque así conviene a sus intereses oportunistas, lo cual es también un doble estándar.
El actual régimen de Nicaragua no nos deja ni respirar cuando Honduras hace movimiento de tropas como parte de su programa de apresto militar, sin embargo mantiene absoluto silencio frente a la política armamentista de Venezuela, que incluye armas de largo alcance que nos expone al peligro real de la mente belicosa y agresora de algún Hitler latino. El silencio en este caso es un ejemplo más del doble estándar, de ese aliado temporal de los que dicen ser la esperanza del pueblo hondureño, quizás a expensas de las aspiraciones de ese aliado a extender su territorio más allá del paralelo 15, que mantiene bajo permanente acoso, saqueo y extorsión a la flota pesquera hondureña en esas aguas del atlántico, y peor aún el hostigamiento inhumano a los pobres pescadores artesanales hondureños en nuestras aguas territoriales del golfo de Fonseca. Doble estándar de ellos y de sus aliados hondureños.
Los que dicen defender la democracia y el respeto a la soberanía de los pueblos han dejado sin voz al pueblo hondureño en el foro de la Organización de Estados Americanos (OEA), en la Asamblea General de la Organización de los Naciones Unidas (ONU), y -el colmo- en la propia Comisión de Derechos Humanos en Ginebra, a petición del Representante Permanente del Hitler renacido en Latinoamérica, en este foro; que solo autoriza en su país la amigdalectomía por la vía rectal porque no permite abrir la boca a nadie que lo contradiga. Una más en eso del doble estándar.
Aquí debemos mantener la puerta abierta, para que vengan todos los que quieran venir, con visa o sin visa, hasta con Master Card, en nombre de los derechos humanos y de otros nombres hasta inhumanos, en ridículas poses inquisitoriales, porque aquí hablamos con hechos y no solo con palabras.
Los barriles de doble fondo están en otros lados, pero el doble estándar los privilegia con su silencio cómplice. Allá ellos y sus conciencias, si las tienen.