La inutilidad de las cumbres de la OTAN

CUMBRE DE LA OTAN EN LISBOA, MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES

POR RICARDO ANGOSO

Como viene sucediendo desde hace décadas, las cumbres de la OTAN dejaron un buen balance en la escenificación mediática, declaraciones rimbombantes destinadas a las grandes audiencias y un exceso retórico que en esta ocasión llegó el histrionismo patético. Nunca se había visto nada igual en la diplomacia occidental, aunque desde la llegada del primer afroamericano en la historia de los Estados Unidos a la Casa Blanca nos estamos acostumbrando cada vez más a esta suerte de circos político-mediáticos de buenas intenciones –el “buenismo” zapaterista, que también conocemos- y escasos resultados, como por ejemplo la fallida por estúpida y mal organizada cumbre sobre Oriente Medio de Washington.

Y es que el espectáculo, por mucho que algunos medios se empeñen en su carácter “histórico”, como si hubiera algo así como la Cumbre de Yalta, no tenía desperdicio, era un esperpento desde el principio al fin. La OTAN, como demostró la guerra de los Balcanes, es un instrumento cada vez más inútil e ineficaz que tan sólo tiene sentido por la presencia de los Estados Unidos, cuyo peso específico, magnitud y efecto disuasorio la dotan de algún sentido y eficacia, como demostraron las resolutivas acciones militares en Bosnia y Kosovo, que pusieron fin a la eterna sangría balcánica y visualizaron de una forma gráfica la inutilidad política y militar de Europa.

Cada día que pasa, a tenor del escaso interés de los europeos en dotar a la Unión Europea (UE) de una verdadera diplomacia y un ejército, queda más meridianamente claro que en el futuro Europa no será un actor de primera en el mundo multipolar que avanza. La OTAN, al igual que la UE, no ha dado respuestas a los conflictos del Mediterráneo Oriental, como Israel y Chipre, y a los nuevos retos y desafíos que nos amenazan.

El actual presidente de los Estados Unidos pretende convertirse, junto al grotesco cacahuetero de Georgia, Jimmy Carter, en uno de los peores de la historia de su país, algo que, al paso va, lo va a conseguir con facilidad. El mundo se enfrenta al megacaos obamista sin tener conciencia de los peligros que nos acechan y que algunos desde hace meses alertan. Irán sigue firme en su programa nuclear y es más que seguro que en unos meses será capaz de producir bombas nucleares, como la Corea del Norte del estalinista Kim Jong-Il. Luego América Latina continua su peligrosa senda hacia la nada, es decir, el “socialismo del siglo XXI” Hugo Chávez, que ya ha plantado sus banderas en Bolivia, Brasil, Ecuador, Nicaragua y Uruguay, como parte de plan neocomunista para subvertir el continente en contra de Occidente y sentar “imperio”. Chávez se cree Castro y nadie está haciendo nada para pararle.

Parece que, a estas alturas de la película, la OTAN tan sólo sirve para la recolocación de funcionarios inútiles, embajadores ineptos, políticos desahuciados prematuramente por sus electores y analistas de salón que apenas conocen de lo que hablan (el experto de la OTAN en Afganistán, un español por cierto, para más INRI, nunca pisó suelo afgano y se dedica a piratear los materiales de nosotros, los “desinformados” periodistas que sí viajamos a los países de los que hablamos).

En fin, y para concluir, que contra Rusia, como afirmaban el “cuñadísimo” Ramón Serrano Súñer, vivíamos mejor y teníamos las cosas más claras, al menos en lo que se refiere a la definición de los enemigos: el bloque comunista y sus aliados en el mundo. Ahora los “estrategas” de la OTAN, que nadie sabe quien los elige para su inútil desempeño, se pierden en sus disparatados e ilegibles análisis para justificar, sobre todo, sus puestos y la existencia de una organización, al menos como se conoce hoy, caduca, agotada e inservible para los intereses de Occidente.

A la OTAN le está ocurriendo como a las Naciones Unidas tras la Guerra Fría: cada vez se muestran más inútiles y ineficaces a la hora de concretar sus objetivos más mundanos y reales. Cada día que pasa, a tenor de la estupidez, escasa concreción e inocuidad total de las declaraciones finales que emanan de estos eventos, me acerco al pensamiento de Sarah Palin que considera que más le valdría a los contribuyentes norteamericanos cerrar la ONU y dejar al mundo en paz. Lo mismo pienso de la OTAN, a no ser que alguien me convenza de los contrario y de que estoy equivocado.

rangoso@lecturasparaeldebate.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *