Animada por un crecimiento económico sin precedentes y unos buenos indicadores en materia de seguridad y estabilidad social, la capital peruana -ocho millones de habitantes- vive un momento de potente desarrollo en todos los órdenes. Se abren restaurantes y bares, se rehabilitan edificios, se arreglan y engalanan sus calles, los actos culturales están al orden del día y el boom inmobiliario que no tiene precedentes en la historia del país es visible en toda la urbe.