LA TRAMPA AFGANA ESPERA A OBAMA: ¿CAERÁ?
ARGUMENTOS:
ESTADOS UNIDOS Y OCCIDENTE TARDARÁN DÉCADAS, SI ES QUE ALGUNA VEZ LO CONSIGUEN, EN CONTROLAR AFGANISTÁN
HACE FALTA UNA ESTRATEGIA POLÍTICA, COMBINADA CON UN ADECUADO USO DE LA FUERZA, PARA LLEVAR LA DEMOCRACIA A ESTE PAÍS
POR RICARDO ANGOSO
En 1842 una sublevación liderada por el líder tribal afgano Akhbar Jan, uno de los hijos del caudillo Dost Mohammed, obligó a los ingleses a negociar con unas tribus afganas que estaban apostando al gran “juego” estratégico de tejer alianzas con Rusia. Pero cuando el emisario británico sir William Hay Macnaghten fue enviado a discutir con los rebeldes afganos, cayó en una trampa y el propio Akhbar lo asesinó con sus manos. Más tarde, y habiendo perdido su influencia en este territorio por algún tiempo, unos 4.500 ingleses y 12.000 sirvientes se vieron obligados a abandonar Kabul y en su trágica retirada fueron masacrados por las tribus afganas. Un solo hombre logró cruzar con vida la frontera. Los ingleses intentaron una represalia, pero reconociéndose derrotados optaron por dejar el país, dejando a Dost Mohammed, que había sido liberado, nuevamente en el poder. Había sido la primera demostración para Occidente de lo difícil que sería en el futuro controlar este territorio.
Casi un siglo y medio después, el 24 de diciembre de 1979, las tropas soviéticas ocuparon Afganistán para apuntalar al ejecutivo prosoviético que unos meses habían dado un golpe de Estado. Diez años despúes, tras haber padecido más de 65.000 bajas, entre muertos y heridos, y haber sufrido innumerables pérdidas, las tropas soviéticas se retiraban derrotadas, exahustas y con la moral por los suelos. El mito de la invencibilidad soviética se había hecho añicos y, paralelamente a la pesadilla afgana, la Guerra de la Galaxias impulsada por la administración Reagan provocaba una grave crisis en el sistema de domuninación comunista. Dos años después, en 1991, la Unión Soviética estalló en mil pedazos, Mijail Gorbachov se veía obligado a adoptar medidas drásticas y el regimen autoritario socialista pasaba a mejor vida. La trampa afgana, junto con otros factores, había tenido una influencia decisiva en el súbito final de un sistema de dominación política, económica, social y militar. Los soviéticos, por desgracia para ellos, no habían leído las dramaticas experiencias de los británicos en Afganistán, y así les fue. El Gobierno prosoviético de Kabul, como era de suponer, duró solo unos meses más después de la marcha de las tropas de la URSS. Sus máximos líderes, una vez defenestrados, acabarían sus días ahorcados en los escasos semaforos que quedaban en la abatida capital afgana.
En octubre del año 2001, una vez que los Estados Unidos habían sufrido los ataques del 11-S, las fuerzas occidentales, con el apoyo de algunas milicias locales antitalibanes, comienzan su ofensiva contra el Gobierno integrista de Kabul. En apenas unas semanas, a finales de ese mismo año, los objetivos politicos y militares se han conseguido y una administración prooccidental, liderada por Hamid Karzai, se instala en el nuevo Afganistán. Pero la guerra está lejos de terminar. Los talibanes se han rearmado y reorganizado en territorio pakistaní y comienzan a hostigar a las fuerzas occidentales presentes en suelo afgano. Ha habido miles de muertos y heridos, al tiempo que las fuerzas occidentales y sus aliadas en Afganistán no controlan una buena porción del territorio del país; la guerra está muy lejos de terminar, pese al optimismo de algunos, y los episodios más adversos y sangrientos se suceden en este convulso país. España, con un contigente en la zona para apoyar una misión que tiene el sello de las Naciones Unidas, ya ha sufrido varios ataques y víctimas.
¿Obama, en la trampa afgana?
Ahora, el nuevo presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, anuncia el envio de más soldados norteamericanos a Afganistán; en total, un contingente de otros 17.000 soldados que se vendrían a unir a los 51.000 que componen la ISAF (Fuerza de Asistencia Internacional de la OTAN). ¿Serán suficientes para controlar la situación? La historia de Afganistán demuestra que es uno de los países más inestables del mundo, con una gran tendencia a la inseguridad y a la utilización de la violencia para resolver sus disputas políticas. A Karzai, algunos ya le denominan el “alcalde” de Kabul, dado el escaso control que ejerce sobre el resto del país y en las provincias lejanas, donde quienes realmente tienen el poder son los señores de la guerra y los caudillos locales.
Para que gane esta guerra la OTAN, y con ella la comunidad internacional que debe recuperar a este país como un pieza fundamental en la region, harán falta ingentes esfuerzos militares y politicos para recomponer un Estado y una administración absolutamente descompuestas. Vertebrar y articular un Estado moderno y eficaz es el primer desafío de la comunidad internacional. Y, en Segundo lugar, pero no por ello menos importante, desarrrollar y contribuir a consolidar una economía de mercado que genere riqueza y bienestar para todos los afganos. Sin esta percepción en la sociedad afgana, la legitimidad democrática del regimen se vendrá abajo en el medio plazo y las alternativas al actual modelo politico pasan desde por un regreso al “Estado talibán” o la continuación de la guerra de todos contra todos que se inició tras la salida de los soviéticos. Los occidentales se equivocan si creen que sólo utilizando la fuerza se podrá llevar la democracia a Afganistán. ¿Caerá Obama, como tantos otros, en la trampa afgana?