Alejandro Peña Esclusa: “La situación es tan grave que requiere un gran acuerdo que englobe también a la sociedad civil”
Activista político y preso político de Hugo Chávez
Entrevista concedida el 26 de julio de 2011
Recién liberado por el régimen venezolano, por razones “humanitarias”, Alejandro Peña Esclusa ha sido uno de los emblemas en la lucha contra la dictadura que encarna el máximo líder bolivariano, Hugo Chávez. Escritor, organizador del grupo política Fuerza Solidaria y ex candidato presidencial, Peña Esclusa aborda en esta entrevista la grave situación que padece su país y aboga por un gran acuerdo nacional para salir de la misma.
¿Qué balance hace de este año de reclusión forzada tras ser detenido por el régimen de Hugo Chávez?
Estoy orgulloso de que pudiendo haber huido del país, evitando mi encarcelamiento, porque tuve muchas ofertas para salir de Venezuela a través de amigos muy valiosos, me quedé en Venezuela y enfrenté la cárcel. Hay muchas formas de resistencia, de lucha, incluso el exilio, pero yo consideré que mi obligación era ir a la cárcel y he demostrado mi compromiso con Venezuela, como activista político. Me he sacrificado por Venezuela y creo que ha merecido la pena este sacrificio. Luego considero que fue una experiencia muy enriquecedora que me ha servido para crecer, madurar, leer, estudiar y meditar; para un dirigente político creo que esta es una parte de su carrera. Cada uno deber saber cuáles son sus obligaciones. Y un político, si es necesario, debe de enfrentar la cárcel para defender sus ideas. Siempre lo he dicho y me siento muy satisfecho de haberlo podido hacer, de haber podido cumplir con ese compromiso con mi pueblo, con Venezuela.
¿Está satisfecho de la reacción internacional ante su caso?
La reacción internacional fue sensacional, casi sin precedentes. El Congreso de Paraguay, por ejemplo, se pronunció a favor de mi caso sin ningún voto en contra. También en Chile el Congreso se manifestó a favor de mi caso y de mi liberación por 51 votos contra 6; incluso hasta gente de la bancada socialista vinculada a Chávez votó a favor de mi libertad. En Bolivia se observó una reacción parecida y 37 diputados, todos de la oposición, se manifestaron a mi favor. De la misma forma, hubo una reacción parecida en el Parlamento Europeo y 23 eurodiputados se manifestaron a favor de mi libertad y condenando mi encarcelamiento. Escritores, académicos, instituciones de derechos humanos, gentes independientes, en fin un numeroso público se manifestó y tomó partido a favor de mi caso. En España, por ejemplo, el partido Convergencia i Unió se manifestó a favor de mi causa. La jerarquía de la Iglesia venezolana y la Mesa de la Unidad, ambas de Venezuela, también se manifestaron a favor; casi se podría decir que todos los días algún representante o institución se manifestaba a favor de mi caso, se interesaba por el mismo.
¿Se encuentra una Venezuela muy distinta a la que dejó antes de entrar en la cárcel?
La oposición ganó incluso las últimas legislativas, pero los cambios en la norma electoral hechos por el régimen le permitieron mantener la mayoría en el parlamento. Ganaron por mayoría, pero la oposición sólo logró arañar un tercio de los escaños a merced de las trampas perpetradas por el ejecutivo chavista. Pero lo que constato ahora es que la crisis del país es muy grave, en todos los sentidos y sectores de la vida, muy profunda, y desde que he salido de la cárcel lo que he defendido es un gran pacto nacional que favorezca la gobernabilidad. Y defiendo esta idea porque en estos momentos no creo que la crisis tan grave que atraviesa el país pueda ser solo resuelta por un solo candidato o partido, sino que necesita el consenso de amplios sectores sociales y de la ayuda de todos. La situación es tan grave que requiere un gran acuerdo de gobierno que vaya más allá de los partidos y englobe también a la sociedad civil. Es una de las crisis más graves de nuestra historia y tengo la impresión de que no todos los sectores han avizorado la gravedad de la misma.
Sin embargo, cuando observa los canales y medios oficiales parece que en el país no pasa nada, ¿no lo percibe así?
Eso lo dicen de la boca para fuera con fines propagandísticos, pero yo tengo la impresión que en las altas esferas del gobierno sí hay preocupación con respecto a la situación que vivimos. Están preocupados y nerviosos porque saben que los problemas que tienen ante sí sobrepasan sus propias capacidades. Tenemos los indicadores de inflación más altos de América Latina, Caracas es una de las ciudades más peligrosas del mundo, la inseguridad se ha disparado de una forma alarmante, la producción en la agricultura y la ganadería se ha reducido drásticamente, un presidente enfermo que se va a tratar a Cuba, una crisis en el liderazgo en el partido gobernante, la división interna del chavismo.Todo ello en medio de una grave crisis económica internacional que nos golpea a todo. La situación es muy crítica y no se puede ocultar.
¿Qué cree que puede pasar de aquí a las elecciones del 2012, se agravarán los problemas?
Sí, claro, se va a agravar y se va a hacer más evidente la crisis. Y por eso no creo que unas elecciones sean suficientes para superar la crisis; estamos en un barco frágil que navega en aguas turbulentas y necesitamos el consenso de todos para no naufragar y salvar la nave. Una elecciones no resolverán los graves problemas de Venezuela, como tampoco creo que una lista única de la oposición sea la solución a la crisis; creo que tenemos que ir más allá en una alianza de todos los sectores políticos y sociales que sean capaces de trabajar por un proyecto de nación en el largo plazo, quizá hasta a cuarenta años. Hay que buscar un acuerdo general amplío, en que participen todos, capaz de satisfacer las demandas y los problemas de todos los venezolanos, con respuestas a los muchos desafíos que tenemos ahora sobre la mesa. Y que el presidente elegido para liderar ese proyecto sea un mero gerente del proyecto aceptado por todos los partidos y sectores sociales; alguien que concite el consenso y sea capaz de conducir la nave.
¿No parece que el chavismo este en esa línea, sino que pretenden seguir gobernando el país hasta el 2031, como ha dicho el mismo Chávez?
Eso es en teoría, pero la realidad, muchas veces, hace que las teorías se derrumben. Todo el mundo tiene muchos proyectos e ideas, pero la realidad se acaba imponiendo y es la que acaba condicionado la agenda finalmente, por mucho que se empeñen algunos en defender sus teorías. Creo que este gobierno va a chocar con la realidad y van a tener que resolver, de una vez por todas, los problemas de los ciudadanos. Hay un colapso total del país, incluso de las infraestructuras, nada funciona y los servicios son un caos. Esa es a la realidad y alguien tendrá que asumirla.
¿Cree que Chávez acabará asumiendo lo que dice, ese estado caótico de la situación y el colapso total de un país?
Eso no depende de su voluntad, la realidad supera a las voluntades de los hombres. Tendrá deseos de hacer otras cosas, pero la realidad se impone. Luego nadie le cuestiona, lo cual es peor, porque debería haber gente dentro del gobierno que le dijera a Chávez lo que realmente está pasando. Que le cuenten la verdad y que se la digan al país. Tratar de imponer el “socialismo del siglo XXI” en las actuales circunstancias es pura fantasía, está totalmente fuera de la realidad; una voz sensata dentro del gobierno debe decirle a Chávez lo que está ocurriendo y buscar un puente, un acercamiento, con otros sectores sociales. Necesitan ayuda porque los problemas son muy graves y muy profundos, no creo que sean capaces de resolverlos por sí mismos.
¿Considera que Chávez no está al tanto del caos que padece el país?
No lo sé realmente, pues no he hablado con él, pero me parece que habría que decir las cosas a la sociedad y no seguir mintiendo acerca de los problemas reales que padece este país en este momento fatídico. Chávez no puede vivir fuera de la realidad, es un error.
¿Qué movimientos políticos prevé, cuáles son sus prioridades?
Yo tengo tres prioridades: la primera es enfrentar mi situación personal relativa a mi salud, pues tengo un cáncer, y acercarme a mi familia tras este año de cárcel; sin salud no hay trabajo político que se pueda desarrollar; la segunda prioridad es generar un movimiento político por la liberación de todos los presos políticos que hay en las cárceles venezolanas y que permita también el regreso de los exiliados, creo que este asunto es vital para lograr la reconciliación y un diálogo entre el gobierno y la oposición; y, en tercer lugar, voy a promover un gran acuerdo nacional de reconciliación y reunificación que pueda guiar al país en este momento en que vivimos una grave crisis a todos los niveles y lo que se avecina, que puede ser más profundo todavía. Pero bueno, ya he dicho, que lo primero es mi salud; sin ella no hay política.
¿Va a seguir con su proyecto de Unoamérica?
Creo que mi encarcelamiento obligó a Unoamérica a trabajar sin me presencia y a trabajar con otras organizaciones muy activas e interesantes del continente. Creo que esa es la parte positiva de este año. Unoamérica no es solo una organización, sino una idea y un proyecto a favor de las libertades, la democracia y los derechos humanos. Creo que Unoamérica como concepto creció mucho en el último año y es la organización pionera en la defensa de ese concepto en la defensa de la libertad y la democracia.
Si no consigue llevar adelante su proyecto de un gran acuerdo nacional, ¿qué haría?
Lo importante, creo, es el diagnóstico de la realidad venezolana y la profunda crisis que vive el país. Y cuando nos encontramos con esta situación tan crítica, la única salida sigo pensando es un gran acuerdo nacional y un consenso amplio para salir adelante. Unas elecciones, incluso aunque haya primarias dentro de la oposición, no va a resolver los graves problemas que el país tiene; se agravarán los problemas y estallarán de una forma más virulenta en un corto tiempo. Creo que los venezolanos tenemos que asumir la gravedad de la crisis que vivimos. Sin asumir este planteamiento no se caminará en la resolución de los retos que tenemos como país. La crisis de gobernabilidad que tiene Venezuela pasa por un gran acuerdo nacional, y también por un presidente con un papel gerencial aceptado mediante consenso y que concite el apoyo mayoritario de todo el país.