Que la sociedad argentina se pronuncie sobre el terrorismo
Por parte de la justicia argentina y del poder de turno existe la negación de la guerra interna desatada en los años 60(s) y 70(s), ese estado de guerra fue reconocido por los integrantes de laCámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federalque enjuició y condenó a las Juntas Militares que gobernaron el país, desde 24 de Marzo de 1976 al 10 de Diciembre de 1983. Ellos fueron Jorge Torlasco, Ricardo Gil Lavedra, León Carlos Arslanián, Jorge Valerga Araoz, Guillermo Ledesma y Andrés J. D’Alessio, quienes sumados al fiscal Strassera ya han pronunciados sus críticas a las “aberraciones jurídicas” en las que la justicia ha incurrido para llevar adelante los juicios contras los soldados que derrotaron al terrorismo.
La fiscalía no pudo probar que, con posterioridad a 1980 se hubieran cometido crímenes que pudieran ser responsabilidad de la Junta militar, exculpando así a la tercera Junta integrada por elTeniente General (R) Leopoldo Fortunato Galtieri, el Almirante (R) Jorge Isaac Anaya y elBrigadier General (R) Basilio Lami Dozo.
Al haber existido un guerra –reconocida en el juicio a las Juntas Militares– no se pueden juzgar los actos de la misma por el Código Penal Civil, por ello el poder judicial siguiendo las instrucciones del poder de turno, diseñó una “justicia a medida” y de acuerdo a una venganza impiadosa. Es hora que la sociedad argentina, la misma que clamaba por el aniquilamiento de las organizaciones terroristas, se haga oír y se pronuncie el respecto.
El terrorismo
Por: Juan Manuel Otero
Asistimos, en los últimos días del 2011, a un frenético concurso dentro de las huestes oficialistas, que intentaban definir y fijar alcances de la palabra de moda: TERRORISMO. Y luego de escuchar a diversos funcionarios del gobierno, sin duda voces autorizadas en la materia, llegamos a la conclusión de que es “toda acción que tenga por objetivo difundir el terror, paralizar la voluntad de participación y acción de sectores sociales a través del terror, del temor sistemático o desmedido”.
Palabras más o menos ese es el concepto que emana hoy desde los despachos de la Casa Rosada.Vemos así que, luego de casi una década, han dado la vuelta completa.
Analicemos: ¿Cuándo los argentinos sufrimos profundamente el terror? No hay dudas de que fue aproximadamente a partir de 1970. El asesinato cotidiano de civiles, militares, policías, conscriptos, jueces, adultos, adolescentes, niños, la explosión de bombas en hogares, fábricas, comedores, el copamiento de cuarteles, entre otras acciones bélicas, provocaron un estado de terror en la mayor parte de la población argentina.
Es que bandas de organizaciones terroristas asolaban el país intentando tomar el poder por las armas conforme lo proclamaban los propios líderes guerrilleros.
Y si nos preguntamos hasta cuándo duró ese estado de terror en la población, tampoco hay dudas: Hasta el momento en que un gobierno militar de facto tomó el poder y, cumpliendo el mandato delgeneral Perón, libró una intensa batalla contra estas bandas de asesinos.
Durante esos años, independientemente de analizar si un gobierno de facto es o no legítimo, la población vivió en absoluta tranquilidad y la seguridad reinó nuevamente en el país.
Claro que había pequeños grupos que estaban aterrorizados, pero ellos bien sabían lo que hacían y las consecuencias de su actos. El resto de los ciudadanos jamás vivimos más seguros en los últimos cincuenta años.
Por lo tanto resulta absolutamente falsa la teoría que sostiene la existencia de “terrorismo de Estado” durante el gobierno militar. Los únicos aterrorizados, repito, eran los propios terroristas. La mayoría absoluta de la población vivía en paz y sin temores.
Afirmar lo contrario es falta de memoria o de información. O simplemente hipocresía.
Finalmente pese a todo, nobleza obliga, dejo constancia de mi rechazo a los gobiernos de facto. Se trata de dictaduras y es fácil distinguirlos:
Hay en ellos un único y omnímodo poder,
- Sólo se hace la voluntad del dictador,
- Los supuestos ministros son simples acompañantes de sus decisiones, las compartan o no; no hay reuniones de gabinete;
- Se ignora la división de poderes, dado que se legisla por decreto ignorando al Congreso y los jueces son temerosos adherentes que olvidaron su dignidad en algún cajón;
- No hay consultas con los distintos representantes políticos;
- Se persigue y silencia a quien piense en divergencia del discurso oficial;
- Se soborna y premia al periodismo obsecuente;
- Se utiliza a diario la cadena oficial para propalar supuestos logros; no hay conferencias de prensa, apenas relatos oficiales sin posibilidad de efectuar preguntas;
- Se expropian empresas privadas;
- Se intervienen sindicatos no obsecuentes.
No, definitivamente, no quiero más tiranías ni dictaduras en la República Argentina.
Juan Manuel Otero