VENEZUELA hoy

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Desde luego, el Partido sostenía que había liberado a los proles del yugo. Antes de la Revolución, los capitalistas los habían oprimido de forma terrible, los habían azotado y matado de hambre; las mujeres habían sido obligadas a trabajar en las minas de carbón (en realidad, las mujeres seguían trabajando en las minas de carbón) y los niños eran vendidos a las fábricas a los seis años. Pero al mismo tiempo, de acuerdo con los principios del bipensar, el Partido enseñaba que los proles eran inferiores por naturaleza, que había que mantenerlos controlados como a animales mediante la aplicación de unas pocas reglas muy simples. En realidad se sabía muy poco de los proles.

Tampoco era necesario saber mucho. Mientras continuaran trabajando y procreando, el resto de sus actividades carecía de importancia. Dejándoles a su aire, como ganado suelto en la pampa argentina, habían vuelto a un estilo de vida que parecía serles natural, una especie de organización ancestral. Nacían, crecían en el arroyo, empezaban a trabajar a los doce años, atravesaban un breve período de belleza y deseo sexual floreciente, se casaban a los veinte, alcanzaban la madurez a los treinta, y la mayoría moría a los sesenta.

GEORGE ORWELL, 1984

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