Uribe no acabó con la violencia terrorista, asegura Horacio Serpa

Horacio Serpa: “Uribe no logró el objetivo que buscaba, al final de su presidencia seguían las FARC y el ELN, las BACRIM y el narcotráfico

Ex candidato presidencial en Colombia y ministro durante el mandato del presidente Ernesto Samper.

Ricardo Angoso   jueves, 22 de noviembre de 2012

Horacio Serpa ha sido casi todo en la política colombiana: juez, ministro, gobernador, senador, representante de la Cámara, embajador y muchos cargos más a todos los niveles. Incluso fue nombrado, en el año 2005, vicepresidente de la Internacional Socialista, primer colombiano que llegaba a dicho puesto en la historia de la organización. Ahora nos habla del proceso de paz que vive su país.

ATENEA DIGITAL:¿Cómo ve las conversaciones de paz que comienzan ahora entre las FARC y el Gobierno colombiano?

HORACIO SERPA: Estoy muy contento, creo que Colombia se merecía esta nueva oportunidad y ha sido muy valiente que el presidente Juan Manuel Santos haya dado este paso. Y también estoy muy contento porque el país recibió esta noticia con satisfacción. Frente al proceso no cabe más que apoyar al Gobierno y a la comisión negociadora que está frente a la guerrilla; luego esperar que se consigan los mejores resultados para la finalización del conflicto armado interno que dura ya demasiado tiempo.

¿Parece que esta vez se retoman las conversaciones muy seriamente y que las FARC tienen voluntad política?

Veo que las FARC están dispuestas y ojalá sea así porque esa lucha tiene ya muchos años, casi medio siglo;  yo creo, honestamente, que están sumamente pasados de tiempos en lo que se refiere a un proyecto de lucha armada para la consecución del poder. Eso, por una parte, en lo que es la lucha armada y, por la otra, hay que reseñar que el mundo es muy distinto hoy al momento cuando comenzó la lucha de las FARC y el ELN. Y Colombia también ha cambiando; nos hemos hecho mucho daño todos. Qué bueno que quieran continuar sus anhelos de luchas y desvelos sociales en la vida democrática.

Pero también me agrada percatarme que el denominado Establecimiento político y económico, y todo lo que gira en torno al mundo institucional, esté también dispuesto a asumir este reto, este compromiso tan grande con el país porque en esta parte hubo reticencias en algún momento. Sin embargo, ahora veo que el momento es bueno y que ambas partes parecen haber madurado y comprendido que este camino no lleva a ninguna parte. O sea, y resumiendo, saludo con beneplácito el esfuerzo que se inicia en Oslo.

El ex presidente Uribe sigue muy reticente con respecto a las negociaciones iniciadas, ¿como juzga esa expresión de opinión contraria al proceso de paz?

Uribe sigue convencido de que a la paz solo se llega a través de la sola lucha militar. Le tenemos que reconocer que hizo un gran trabajo por la seguridad y la convivencia de todos los colombianos durante su mandato; logró durante su presidencia notables avances para el desarme de numerosos sectores armados y terroristas, pero hay dos circunstancias que son evidentes: 1. No logró el objetivo final que buscaba, es decir, al final de su presidencia seguían las guerrillas de las FARC y el ELN, las Bacrim (bandas criminales) y también el narcotráfico; y 2. El costo en materia de institucionalidad y democracia en los  ochos años de Álvaro Uribe fue muy alto para el país.

Entonces, me parece que no es afortunado seguir manteniendo la misma posición; las circunstancias de la política han superado lo que fue la bandera de Uribe y se necesitan otras políticas. Cesar los medios que tiene el Estado para combatir la guerrilla y explorar otras vías, como se hace ahora, parece el camino más adecuado y no hay otro camino que utilizar el diálogo. Sinceramente, creo que el ex presidente Uribe está equivocado.

¿Comparte usted el balance tan optimista que hace de su gestión el presidente Santos?

Lo comparto, en cierta medida. No formo parte del Gobierno del presidente Santos ni del partido que le apoya, pero sí reconozco que ha hecho un buen trabajo y ha hecho notables esfuerzos en la vida nacional, produciendo un relajamiento interno, ya que era muy aguda la situación que se vivía en el anterior ejecutivo. De la misma forma, Santos ha tenido el valor de reconocer que sí vivimos las realidades dramáticas de un conflicto armado interno, que representaba muertos y hechos desafortunados para todos, muy traumáticos en términos generales, y lo ha afrontado. Luego asumió una posición muy realista y moderada en lo que era el campo de las relaciones internacionales.

¿Considera que la lucha policial contra el narcotráfico no da resultados y comparte el criterio de varios líderes regionales en el sentido de buscar otros caminos, incluso la legalización?

Sí, los valoro muy positivamente. Hay opiniones muy positivas desde el mundo académico y político en el sentido de afrontar desde otras vertientes el problema.Incluso se han manifestado varios ex presidentes, entre los que destacan Fernando Henrique Cardoso, de Brasil, Ernesto Zedillo, de México, y César Gaviria, de Colombia, que son personajes que tienen mucha autoridad en el continente y fuera; sufrieron en carne propia las situaciones de sus propios países y lucharon con medios coercitivos contra el narcotráfico. Pero no se tuvo éxito, desgraciadamente, y el problema sigue presente en nuestros países.

Y esa lucha no dio resultados. Ahora se tiene el criterio de que esa lucha ha fracasado, de que ese camino no es el correcto, de que hay que buscar otras fórmulas. Se deben de buscar otros caminos para hacer frente al problema. Es un buen camino decir que el asunto de las drogas es un tema de salud pública que no se debe combatir solo con la policía y que se deben emplear otros instrumentos. Hay que agotar nuevas instancias para hacer frente al problema porque, por ejemplo, aquí en Colombia, seguimos con el problema y el país está infectado por el narcotráfico. El drama de México, por ejemplo, es terrible y nos duele profundamente a los colombianos. Venezuela también es un país asediado por el narcotráfico, al tiempo que Perú y Bolivia han regresado a tener zonas de cultivo inmensas. Pero este flagelo ha llegado de la misma forma a Brasil y se ve hoy “contaminada” por el narcotráfico. Entonces, creo que tenemos que buscar fórmulas alternativas a este problema porque las que hemos utilizado hasta ahora han fracasado claramente.

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