Colombia, ¿en peligro?

Colombia, ¿una sociedad en peligro?
FERNANDO OCHOA ANTICH | EL UNIVERSAL
domingo 13 de noviembre de 2011 12:00 AM
El proyecto de Hugo Chávez de transformarse en el líder fundamental de la izquierda latinoamericana, siguiendo los lineamientos marxistas de Fidel Castro, ha fracasado estruendosamente. No se requiere ser un gran observador para darse cuenta del marcado debilitamiento que ha venido teniendo su figura, atractiva inicialmente, en todos nuestros países. Sólo con mirar la forma de actuar de los presidentes Rousseff, Mujica y Humala y su trato despectivo hacia Venezuela para que no exista ninguna duda de mi afirmación, pero si además observamos la forma indiferente que últimamente han marcado las relaciones personales de los presidentes Kirchner, Correa y Morales queda más que confirmada esta realidad.

Las causas pueden ser muy variadas: la grave enfermedad que lo aqueja, el debilitamiento económico de Venezuela y, de manera fundamental, lo atrasado de su pensamiento político. En la América Latina se han venido fortaleciendo partidos de izquierda con importantes triunfos electorales. Si analizamos esos éxitos nos damos cuenta, con total certeza, que la razón fundamental de la aceptación popular se ha debido al esfuerzo realizado por sus principales líderes para orientar ideológicamente a sus partidos hacia el centro político y ratificar con firmeza su vocación democrática. Naturalmente hay una excepción en esta regla: Daniel Ortega que, para satisfacer su ambición de volver a ser presidente, ha tenido que violar la Constitución y realizar un fraude electoral.

En esta línea de acción se encuentra el reciente triunfo de Gustavo Petro en las elecciones para alcalde de Bogotá. En verdad, fue sorprendente. Es cierto que las encuestas ya mostraban esa tendencia, pero no era fácil aceptar que pudiera derrotar a Enrique Peñaloza, apoyado por el partido de la “U” y el presidente Uribe. Si analizamos el resultado debemos concluir que dos de los candidatos, sin el respaldo de ningún partido, jugaron un papel fundamental. Gustavo Petro el triunfador, con 32,16%, apoyado por el Movimiento Progresistas, una estructura organizada sólo con fines electorales, ya que él era disidente del Polo Patriótico, cuyo candidato Aurelio Suárez tuvo una deslucida actuación y Gina Parody, independiente, que obtuvo el 16,74%.

Este resultado debe ser analizado desde dos puntos de vista. Primero el candidato. La personalidad de Gustavo Petro es muy curiosa. Guerrillero, en sus tiempos juveniles, fue sentenciado a dos años de cárcel. A partir de ese momento, mantuvo como tesis política que el camino de la violencia guerrillera era un gravísimo error. Según su criterio, se requería organizar partidos políticos para enfrentar electoralmente el estatus tradicional colombiano. Así lo hizo. A partir de ese momento buscó siempre figurar electoralmente a través de Alianza Democrática, Vía Alterna y Polo Democrático. Sus diferencias políticas con Carlos Gaviria, quien no aceptó orientar hacia el centro al Polo Democrático, lo hizo abandonar dicho partido, del cual había sido candidato presidencial.

El otro aspecto a estudiar es su separación del Polo Democrático. Lo hace, convencido de que la izquierda debe moderarse si quiere tener algún destino político. También, hay que tomar en cuenta en el análisis que su triunfo ocurre por la tendencia existente en la sociedad colombiana de rechazar a los partidos políticos. Votan por él por haberse separado de la militancia del Polo Patriótico. Aquí está justamente el gran riesgo que enfrenta la sociedad colombiana. Si esta tendencia se consolida por la falta de visión, tanto de los liderazgos tradicionales como emergentes, puede naufragar el régimen democrático. Es verdad, que en Colombia no existe la amenaza militarista vigente históricamente en Venezuela, pero hay otros delicados riesgos.

Uno de ellos es el narcotráfico. El respaldo económico que podrían obtener candidatos, no pertenecientes a partidos sólidamente organizados e ideológicamente coherentes, podría permitirles triunfos en toda Colombia. De allí a transformarse en un narcoestado sólo hay un paso. Ojalá que Gustavo Petro entienda el reto: administrar con honestidad y eficiencia la ciudad de Bogotá. Si lo hace, su popularidad sería inmensa, permitiéndole influir en la reestructuración del sistema político colombiano. Constituir un partido socialdemócrata, que represente a las grandes mayorías colombianas, podría impulsar un verdadero cambio en Colombia. Eso sí, un consejo, no se acerque ni por casualidad a Hugo Chávez. Le causaría tal desprestigio que comprometería su destino político.

fochosantich@gmail.com

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