¿Qué está ocurriendo en Ecuador?

¿Qué está pasando en Ecuador? Las tres crisis del país que amenazan con convertirlo en un narcoestado

El asesinato de Fernando Villavicencio pone de relieve la complicadísima situación de Ecuador, que corre serio riesgo de volverse un narcoestado.

El asesinato de Fernando Villavicencio pone de relieve la complicadísima situación de Ecuador, que corre serio riesgo de volverse un narcoestado.

Simpatizantes de Fernando Villavicencio se congregados en Quito horas después de su asesinato. | EFE

El asesinato de Fernando Villavicencio ha traído a nuestra actualidad a un país que normalmente suele estar bastante olvidado: Ecuador, la nación en la costa del Pacífico, entre el norte del Perú y el sur de Colombia, que vive un proceso electoral –la primera vuelta de las presidenciales se celebra el día 20 de este mismo mes de agosto– que ha hecho aflorar la profunda crisis en la que se encuentra.

O quizá sea mejor decir las crisis, porque tal y como explicaba el experto Román David Ortiz en una entrevista en La Noche de Dieter de esRadio, en el país andino se solapan tres problemáticas diferentes: los problemas políticos derivados de las maniobras de la izquierda que representa el expresidente condenado y fugado Rafael Correa; la irrupción del narcotráfico a gran escala y los cárteles tanto colombianos como, sobre todo, mexicanos; y las injerencias internacionales, tanto de los países más cercanos como de las potencias globales.

Los narcoestados y la izquierda

El primero de los problemas, la irrupción de los cárteles del narcotráfico en la política, no es exclusivo de Ecuador sino que, por desgracia, está afectando en mayor o menor medida a todos los países de la región. Sin ir más lejos, en la vecina Colombia hace sólo unos días el hijo del presidente Petro reconocía que el dinero del narco había sido parte de la financiación de la campaña de su padre.

No menores son las relaciones entre el dinero de la droga en Perú y los movimientos de ultraizquierda herederos de Sendero Luminoso, que llevaron al poder al hoy defenestrado Pedro Castillo y que tenían como uno de los ejes de su programa expandir los cultivos de coca.

Y el caso extremo es, por supuesto, el de Venezuela, donde la mayor organización del mundo de la droga es el llamado “cártel de los soles”, que reciben este nombre por los soles que distinguen a los generales del ejército del régimen de Maduro. Sin olvidar que los máximos mandatarios del régimen como Diosdado Cabello o el propio Maduro están buscados en varios países –no sólo en Estados Unidos– por narcotráfico.

El narco llega a Ecuador

El problema está llegando con mucha fuerza ahora a Ecuador, que se ha convertido en uno de los centros logísticos de la droga en Iberoamérica, tal y como explica Román David Ortiz: “Allí se refina y se distribuye” la droga que entra por el norte desde Colombia y por el sur desde Perú, para luego ser embarcada sobre todo desde Guayaquil.

Por supuesto, la droga no viaja sola: con ella crecen las bandas criminales del propio Salvador y vienen también tanto los cárteles productores de Colombia como los importadores de México: se ha detectado en el país la presencia de alguno de los cárteles mexicanos más importantes: el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación.

Y por supuesto y tal y como hacen en el resto del continente esas bandas criminales multimillonarias extienden sus tentáculos hacia la política y las elecciones, tratando de que los candidatos más permisivos con el crimen sean los elegidos, algo que se puede hacer tanto mejorando las posibilidades de unos financiando sus campañas, como empeorando las de otros con amenazas y, llegado el caso, con atentados.

Uno de los problemas con que se encuentra Ecuador en esta tesitura es que se trata un fenómeno nuevo allí y ni la policía, ni el Gobierno ni la propia sociedad civil parecen preparados para afrontarlo: las fuerzas del orden no tienen ni los medios ni los conocimientos para enfrentarse a los cárteles, la corrupción alcanza ámbitos cada vez más grandes de la política, la judicatura y la propia policía, y hasta los que se enfrentan a la amenaza como el propio Fernando Villavicencio no parecen conscientes del nivel de riesgo que corren: el candidato asesinado, por ejemplo, se negaba a usar chaleco antibalas.

La crisis política

Esta irrupción del narco en la vida de Ecuador coincide, y no por casualidad, con la crisis política que vive el país y que ha sido provocada sobre todo por los afines a Rafael Correa, el expresidente que desde el año 2020 está fugado de la Justicia tras ser condenado por el llamado Caso Sobornos.

Tras el escándalo de la condena al expresidente, el candidato de la derecha se impuso en las presidenciales de 2021: Guillermo Lasso lograba una victoria sólida frente al candidato de una izquierda que no ha aceptado esta derrota y desde entonces ha tratado de derribar el gobierno, hasta el punto de que el presidente Lasso tuvo que convocar elecciones para este mes de agosto, es decir, mucho antes de concluir su mandato.

A pesar de que durante los dos años que había pasado en la Asamblea Nacional del Ecuador Villavicencio no era parte del partido de Lasso –el Movimiento CREO– y que se presentaba a estas elecciones como candidato del Movimiento Construye, sí era considerado el presidenciable más cercano al todavía presidente en unas elecciones en las que el partido de Lasso había decidido no tener candidato propio.

En cualquier caso, al menos en los últimos años la política ecuatoriana está llena de transformaciones sorprendentes y es presa de una inestabilidad notable: las alianzas se forman y se rompen con gran facilidad y los partidos cambian de nombre con frecuencia y en ocasiones hasta de ideología. Sin ir más lejos, el que sustentaba a Rafael Correa, Alianza País, viró en manos de su sucesor, Lenin Moreno, que hizo una política mucho más a la derecha de la de Correa, separándose también de la entente bolivariana que ahoga el continente. Esta transformación –que supuso varios encontronazos judiciales entre las distintas alas de la organización– acabó suponiendo hasta un cambio de nombre: ahora se llama Movimiento Mover.

Esta sopa cambiante de partidos y pactos, debilitó a Lenin Moreno durante su presidencia y también a Lasso, que ni siquiera ha podido completar las suya. Asimismo, parece claro que hace más endebles las instituciones y más difícil frenar a los correístas, que ahora se agrupan en Revolución Ciudadana –un nombre que usaba para sí mismo el gobierno de Correa– cuya candidata era la mejor situada en las encuestas para la primera vuelta de las elecciones, que se celebran el 20 de agosto.

Alguno de los últimos sondeos colocaba en la segunda posición a Villavicencio, lo que le habría permitido acceder a una segunda vuelta en la que habría tenido muchas posibilidades, pues el condenado Correa suscita al menos tanto rechazo como adhesiones.

Ahora, según Román David Ortiz explicaba en esRadio, lo ocurrido podría favorecer “al otro candidato que tiene una posición más dura respecto al crimen”, Jan Topić, a pesar de que tiene un pasado algo complicado con temas de corrupción, “pero ha puesto la seguridad como su principal tema de campaña” y, de hecho, se presenta con una alianza que se llama Por un País sin Miedo.

En este complejo contexto, aunque algunos puedan pensar que lo lógico sería retrasar las elecciones, lo cierto es que no es tan sencillo: tal y como contaba Román David Ortiz “esto alimentaría la idea de que Lasso no quiere dejar el poder y generaría más falta de legitimidad en las instituciones”.

Las injerencias internacionales

Finalmente, la tercera de las crisis de Ecuador tiene que ver con su situación en el tablero de la política internacional: alejado primero por Moreno y luego por Lasso de las alianzas bolivarianas en la región, es uno de los pocos socios fiables de Estados Unidos en Sudamérica, pero tiene problemas para resistir las dentelladas de otras potencias.

Principalmente de China, con la que Ecuador tiene una importante deuda financiera que el propio Villavicencio denunció en su día como un montaje para alimentar la corrupción del Gobierno de Correa, que fue el que la adquirió.

También Rusia, que ya sabemos que ha interferido en multitud de procesos electorales y ha tratado de alimentar las crisis en prácticamente todo Occidente –incluidas sus relaciones nada santas con el separatismo catalán– estaría tratando de influir en la política ecuatoriana, para lo que disfrutaría de una conexión privilegiada con el correísmo.

En definitiva, y como por otra parte está ocurriendo en prácticamente toda Iberoamérica, Ecuador está al borde de convertirse en un narcoestado y caer en manos de una alianza entre izquierdistas, potencias dictatoriales y narcotraficantes que, como ya ha hemos podido ver en más de un ejemplo, sólo llevará miseria y dictadura a este país andino que hasta ahora estaba resistiendo los embates de esta oleada narcocomunista que recorre el continente.

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