VIDA Y DESTINO DE UN PERIODISTA JUDIO LLAMADO VASILI GROSSMAN
Quizá el mejor relato novelado de la Segunda Guerra Mundial es Vida y destino del periodista judío Vasili Grossman, víctima de las dos mayores tiranías del siglo XX: el nazismo y el estalinismo.
También su relato fue, quizá, la primera gran denuncia escrita de los crímenes perpetrados por los nazis contra los judíos durante el Holocausto (1938-1945).
por Ricardo Angoso
Seguramente Vida y destino, del periodista y escritor Vasili Grossman, es una de las mejores novelas escritas sobre la Segunda Mundial y la hecatombe que significó para millones de hombres y mujeres de Europa la misma. Grossman, nacido en Berdichev, en el Imperio ruso (hoy Ucrania), el 12 de diciembre de 1905, y fallecido en Moscú, el 14 de septiembre de 1964, fue un gran periodista y escritor que trabajó durante la contienda mundial como corresponsal del Ejército Rojo en una revista militar para relatar las matanzas, los desmanes y tropelías de los alemanes en suelo soviético.
El 22 de junio de 1941, cuando Alemania invadió la Unión Soviética, Grossman se alista como voluntario para cubrir la guerra, conociendo de primera mano el cerco de Stalingrado, la posterior liberación por parte del ejército soviético de la ciudad, los avances soviéticos en 1943, el descubrimiento de los campos de concentración alemanes y otros capítulos menos agradables para el mando soviético, como los colaboracionistas rusos y ucranianos que participaron en los pavorosos crímenes perpetrados por los nazis y también la falta de preparación de los soviéticos para hacer frente a la guerra debido a las atroces purgas a las que fue sometido el mando militar por las caprichosas órdenes de Stalin.
También Grossman tiene el mérito de ser uno de los primeros autores en hablar del Holocausto y dar noticia al mundo de las masacres cometidas por los nazis en los territorios ocupados. Incluso sus escritos serían utilizados más tarde como pruebas contra los jerarcas nazis en los juicios de Nuremberg. Grossman conoció los campos de concentración de Majdanek y Treblinka, siendo testigo en primera persona de la brutalidad e inhumanidad de los nazis. Una vez liberada la Unión Soviética, Grossman regresa a su ciudad natal, a Berdychiv, con la esperanza de encontrar a su madre, Ekaterina, atrapada allí al momento de la invasión alemana, pero descubre que fue asesinada junto con los 35 000 judíos de la ciudad por los Einsatzgruppen, según le cuentan los lugareños y testigos de estos hechos. Incluso conoce la fosa común donde fue enterrada junto con los otros asesinados por los nazis y sus colaboradores ucranianos en su pequeña ciudad; actualmente solamente vive un judío de 93 años sobreviviente de las matanzas en esas ciudad, según he podido leer en una reciente crónica del diario español El Mundo.
La muerte de su madre es algo que nunca se perdonará y le perseguirá de por vida a Grossman. En una carta encontrada por sus amigos después de su muerte y dirigida a su difunta madre, el novelista escribiría: “ Estos últimos diez años, mientras trabajaba [en Vida y destino], he pensado en ti sin interrupción; mi novela está dedicada a mi amor y devoción hacia la gente, y ése es el motivo por el cual está dedicada a ti. Representas para mí lo humano por excelencia, y tu terrible destino es el destino de la humanidad en estos tiempos inhumanos. Durante toda la vida he creído que todo lo que había de bueno en mí, todo lo honesto, todo lo bondadoso, mi amor por los otros, todo venía de ti. Todo lo que hay de malo en mí no viene de ti. Pero tú, mamá, me amas, a pesar de todo lo malo que tengo. […] No temo nada, porque tu amor está conmigo, y el mío estará contigo por toda la eternidad”.
GROSSMAN TRAS EL FINAL DEL ESTALINISMO
En aquellos escalofriantes tiempos estalinistas, en que la verdad era la mentira, como en una pesadilla orweliana, incluso parece que Grossman ni siquiera había nacido en Berdychiv, aunque sí había pasado su infancia allí con su amada madre, y su ciudad natal era Ginebra, donde su padre había sido profesor un tiempo, y ocultó el lugar natal durante años porque el simple hecho de haber nacido en el extranjero en aquella época era sinónimo de agente antisoviético o espía al servicio de alguna potencia occidental.
Pero después, una vez acabada la guerra, la vida de Grossman tampoco fue sencilla. Muerto Stalin en 1953, comienza la lenta desnazificación pero el antisemitismo, fomentado y alentado por el dictador soviético antes de su muerte, siguió muy presente en la vida de la URSS. Su obra Por una causa justa, publicada por entregas en 1952, fue atacada por el Pravda y se le negó el Premio Stalin por orden directa del máximo líder soviético. La sombra de un arresto, por el simple hecho de ser judío y no haber militado en las filas comunistas, se cernía sobre él y, seguramente, se salvó de la cárcel por la muerte de Stalin.
En esos años, esquivando la censura y los límites impuestos por el Partido acerca de sus escritos, comienza a escribir Vida y destino, libro que termina en 1960 y cuya publicación final es una historia que muestra el estrecho margen que tenían los creadores en el mundo soviético para poder expresarse libremente. Ese mismo año, Mijaíl Súslov, miembro del Politburó encargado de las cuestiones ideológicas, le comunica por escrito que el libro no puede ser publicado porque causaría un gran daño a la URSS y también porque “su novela es hostil al pueblo soviético”. Grossman, frustrado y sintiéndose casi como un exiliado en su propio país, abandona la idea de publicar la obra en la URSS y deja la misma para la posterioridad, seguramente sabiendo que nunca vería la misma publicada en vida. Tuvo hasta que escribir una carta autocrítica, tan propia de esa época, para despejar las dudas y arrepentirse de sus “pecados” ideológicos vertidos en sus escritos.
Pese a todo, antes de morir, logró terminar, en 1963, La paz sea con vosotros, un relato de un viaje a Armenia realizado dos años antes. Vida y destino correría peor suerte y el autor murió antes de que fuera publicada, para su gran decepción y tristeza. En 1964, Grossman fallecería en Moscú a causa de un cáncer, comenzando la odisea para que su obra viera la luz, aunque fuera en el exterior.
LA PRIMERA EDICION SUIZA DE VIDA Y DESTINO
En 1980, cuando habían pasado casi dos décadas del deceso del escritor y su obra ya estaba en el olvido en un país que realmente no era el suyo, Vida y destino fue publicada en 1980 en Suiza gracias al trabajo de una pequeña red de disidentes soviéticos: el físico Andréi Sajárov fotografió secretamente las hojas de un borrador preservado por Semión Lipkin, y el escritor Vladímir Voinóvich consiguió pasar de contrabando los microfilms al extranjero. Dos investigadores, profesores y escritores disidentes, Efim Etkind y Shimon Markish, copiaron el texto a partir de los microfilms, con algunos errores debidos a la mala calidad de estos. Hasta 1988, en pleno periodo “liberal[‘ de Miajil Gorbarchov en la URSS de la perestroika y la gladnost, el libro no vio finalmente la luz en su patria. Más tarde, el libro fue traducido a varias lenguas, entre ellas el español, y Vida y Destino sería conocida mundialmente.
Se da la trágica paradoja que realmente Grossman era ucraniano, o al menos su supuesto pueblo natal, Berdychiv, era de dicha nacionalidad y sufrió el holodomor ucraniano, que condenó a millones de habitantes a la muerte debido a la hambruna reinante, la dominación nazi, el Holocausto, el brutal estalinismo y la larga glaciación comunista en sus distintas fases, entre 1917 y 1991. Visitado por Hitler en una ocasión, arrasado y condenado al olvido durante el estalinismo y ahora bombardeado en la guerra impuesta ahora a Ucrania, el pueblo de Grossman pertenece a esa geografía maldita de Europa que no parece escapar, tragedia tras tragedia, a un cruel destino caracterizado por el terror, la guerra y el dolor sin límites. Grossman, relator de toda esa historia que vivió como periodista, escritor y cronista de una época desgarradora, ahora seguramente nos estaría relatando de una forma realista y brillante los últimos episodios de una historia trágica que se resiste a perecer y concluir para siempre.