La estrategia suicida de Iván Duque

CONTRA EL CONFINAMIENTO TOTAL

 

La estrategia suicida de Iván Duque, que llevará a la destrucción material y económica del país, será el caldo de cultivo ideal para que la izquierda se haga con el poder en las próximas elecciones y acabemos siendo una suerte de Colombozuela. ¡Atentos!

 

por Ricardo Angoso

 

Al final, como fascinado por el discurso de sus enemigos políticos, el presidente Iván Duque ha seguido a pies y puntillas el guión previamente establecido por la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, en el sentido de adoptar ante la pandemia del COVID-19 el confinamiento total de la población, lo que supone la paralización férrea de la economía, y el cierre de todas las fronteras terrestres, fluviales y aéreas para evitar la propagación de la enfermedad.

 

Nadie va a discutir a estas alturas que las medidas, supuestamente, tienen que ver con el interés general de la sociedad y que las mismas van encaminadas a evitar que se repitan en el país escenarios parecidos a los que se viven en estos momentos en España, Italia y los Estados Unidos, los tres países más afectados y que entre los tres casi suman el 50% de los casos del coronavirus a escala mundial. No discutimos ese interés general para justificar el confinamiento total, sino la forma radical, tajante y casi autoritaria en que se ha procedido a la aplicación del mismo sin tener en cuenta, por ejemplo, a los actores sociales y económicos.

 

El problema radica en que paralizar Colombia durante casi seis semanas tendrá un coste tan alto para su economía, y sobre todo para los sectores más vulnerables de la población, que está por ver si este confinamiento total no es más que un error más a la larga cadena de desatinos cometidos por un presidente que nunca sabe donde está parado y que va a remolque de las decisiones tomadas por otros, como la controvertida e izquierdosa alcaldesa de la capital colombiana. El presidente pasó en horas de defender su política del “acordeón”, de relajar el confinamiento total por un paquete de medidas menos duras, a lo que sugirió Claudia López. Qué penoso espectáculo.

 

Muchos responsables de varias organizaciones financieras internacionales, entre las que destacan el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la Cepal, entre otras, ya han avisado que seguramente América Latina perderá una década a merced de esta crisis y que el año se cerrará con recesión global generalizada que tendrá una especial incidencia y gravedad en nuestro continente, donde la pobreza y la pobreza extrema aumentarán considerablemente, tal como auguran todos los vaticinios. La crisis de Colombia, con una economía informal que llega al 47% de la población, un desempleo que ya supera el 12% y una pobreza que seguramente supera -mentiras oficiales al margen- al 30% de la población, será monumental y, como dicen por estos pagos, espectacular, volviendo a niveles de renta de hace una década, sino antes, y alejando al país de la senda de la modernidad que un día parecía ser el rumbo de Colombia allá por los años del presidente Alvaro Uribe.

 

La mayor parte de los empresarios con los que he hablado en estos días consideran que la medida del confinamiento total, sin posibilidad alguna de realizar negocios o abrir las empresas, es un absoluto despropósito al que nos han llevado los líderes de la izquierda, como Gustavo Petro y Claudia López, hombres sin experiencia económica y que nunca en su vida han creado una empresa y han generado un solo empleo, sino más bien lo contrario. Con sus discursos y alentando las marchas de protesta en noviembre y diciembre, que acabaron en el vandalismo generalizado y en un desorden público casi sin precedentes en la historia del país, paralizaron la vida económica de la nación durante casi dos meses con los enormes costos que tuvo para millones de empresas y trabajadores. Duque tuvo que haber tenido una voz propia y haberse erigido en el representante de los millones que le votaron en las elecciones en las que salió elegido presidente, entre los que se encontraban millones de pequeños y medianos empresarios, trabajadores probos y honestos y simples ciudadanos de a pie que quieren lo mejor para Colombia y no la destrucción del país, tal como parecen empeñados algunos.

 

SEGUIR LOS EJEMPLOS DE LOS PAÍSES EXITOSOS EN LA LUCHA CONTRA LA PANDEMIA

¿Había otra política distinta a la del confinamiento que nos impuso Duque? Pues claro que sí, la de los países exitosos en la lucha contra el coronavirus, como Corea del Sur, Taiwán y Singapur, que han afrontado con notable éxito el COVID-19 mediante la introducción de medidas sanitarias extremas y un paquete de prácticas profilácticas muy rigurosas para todos sus habitantes sin excepción ni exclusión alguna, dejando que la economía funcione y no sumiendo a sus países en la prehistoria, como ha hecho el presidente colombiano. Hasta Alemania misma y el Reino Unido han aplicado unos confinamientos menos rigurosos y en el caso alemán, no tanto en el británico, ha habido una clara contención en el numero de fallecidos, a diferencia de lo que está pasando en España e Italia. La fórmula es bien fácil: hacer miles de pruebas o test de coronavirus y confinar en sus casas u hospitales a los enfermos, evitando la exposición social de los pacientes y dejando a los sanos, sin muestras de la enfermedad, que vayan a sus trabajos o centros educativos. Esa es, en grandes líneas, la fórmula secreta para enfrentar de una forma racional y lógica esta enfermedad, en lugar de escuchar los cantos de sirena de populistas y demagogos, de verduleras y cantamañanas, ¿no creen?

 

Las consecuencias de esta política adoptada por Duque tendrán un efecto búmeran y el presidente pagará muy caras las decisiones adoptadas, cuando la pobreza se extienda por el país, las empresas comiencen a cerrar sus puertas, el nivel de renta decaiga y, en defintiiva, nos hundamos todos, inevitablemente, en la miseria más absoluta. Ya verán. Duque, por haber seguido los recetarios izquierdistas, se hundirá en su popularidad, con toda seguridad, y llevará, aun más, al centro derecha en su descrédito e impopularidad, si es que se puede caer todavía más bajo.

 

en Colombia: se lase la introducciñonemplo, a los actores sociales y econ ax a peor clamente, en la vida del paeducativos. Esa La izquierda castrochavista ganará las próximas elecciones en Colombia no por méritos propios, sino por deméritos de una derechita cobarde, amoldada a los gustos progresistas, alejada de sus bases y electorado, contemporizadora con la izquierda más destructiva, que ha entregado el país a sus enemigos políticos, adjudicando cargos, embajadas y consulados a sus detractores más notorios en los últimos años, y habiéndose olvidado de algo elemental y básico en política: sus electores.

 

Es casi seguro que el uribismo no pondrá el próximo presidente de Colombia y que estamos ad portas de cambios fundamentales, a peor, claramente, en la vida del país, todo ello por obra y gracia de un presidente que a mí siempre me recordó a un personaje de una novela del escritor español Ray Loriga que comienza así: “era una vez un hombre que no sabía si era una mujer o una sirena”. Con Duque, siempre me pasó algo parecido, todavía no sé a estas alturas si es de derechas o de izquierdas. ¿Alguien lo sabe? Esa es, como se dice vulgarmente, la pregunta del millón de dólares.

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