Los civiles, objetivo militar en la guerra de Putin contra Ucrania

LA GUERRA SE ESTANCA EN UCRANIA, PERO LA VIOLENCIA CONTRA LOS CIVILES NO CESA

Las imágenes de Mariúpol, devastada y arrasada por el ejército ruso, nos recuerdan a las que vimos en Chechenia y en Siria. Son los mismos métodos y los mismos hombres al frente. La desolación es total, apocalíptica se podría decir, y la falta de piedad hacia los civiles revela que la brutalidad manifiesta y el extermino de los ucranianos no son las consecuencias de la guerra, sino una política decidida y deliberada por arrasar a Ucrania y acabar con sus indefensos habitantes.

Por Ricardo Angoso

Hace apenas unos meses todo lo que estamos viendo y viviendo nos hubiera resultado inimaginable, pero, a fuerza de ver las imágenes en nuestras televisiones y periódicos, nos estamos acostumbrando a estas matanzas indiscriminadas y a estos paisajes urbanos de ciudades totalmente destruidas, con sus casas derruidas para siempre, coches calcinados en medio de un paisaje terrorífico y sin ningún resto de vida humana en la escena del crimen. El panorama es, sencillamente, desolador.

La guerra de agresión e invasión de Ucrania, que ya va para los tres meses, no se detiene y los avances políticos y diplomáticos son nulos, pese a los esfuerzos de Turquía por lograr una cumbre entre los presidentes de Rusia y Ucrania. Mas bien, y a tenor lo que hemos visto en estas semanas, se va viendo que Moscú no tiene ningún interés en buscar algún acuerdo con Kiev hasta la derrota total de los ucranianos, hasta el aniquilamiento de su población civil en las poblaciones atacadas y la destrucción total de las mismas.

No se busca una negociación por parte del sátrapa ruso, Vladimir Putin, sino la rendición total en la mesa de negociaciones y la consecución de todos los objetivos por los que se inició esta salvaje invasión de Ucrania. Para Putin, negociar es imponer a la otra parte sus condiciones y punto, sin ninguna concesión al adversario, y tratando, una vez consumada la derrota total a través del exterminio y la destrucción masiva de su país, de que se cumpla a rajatabla su feroz orden de aniquilar a Ucrania para siempre. La partición de este país es su objetivo final; quiere un gran Donbás quizá hasta Transnistria y conectado con la anexionada Crimea.

Dicho sea paso, si este objetivo se cumpliese, algo que no se debe descartar dada la desproporción de fuerzas entre las partes, Putin también quiere humillar a Occidente, especialmente a la OTAN y la UE, por haber tratado de sustraer a esta nación de lo que considera su esfera de influencia, tal como aconteció en los tiempos imperiales y en los más reciente soviéticos. Ese es otro de los objetivos de Putin en esta guerra: derrotar a Occidente con una rendición humillante de Ucrania. El máximo líder ruso no entiende de los tonos grises y evade una salida política a la guerra; se trata de ganar o perder, no hay término medio en el siniestro universo putinesco. Así lo hizo cuando convirtió a Chechenia en un amasijo de ruinas y en Siria, otro país donde el sátrapa moscovita dejó su huella criminal y genocida para ayudar al tirano local, Bashar al-Assad.

Mientras entre bambalinas parece cocerse alguna posible salida a la guerra, al menos por lo que se deduce del Papa y otros líderes políticos, como el quimérico amigo de Putin, Viktor Orbán, los civiles mueren por miles en Ucrania. Tan solo en la asolada y borrada del mapa Mariúpol se habla de unas 20.000 víctimas al menos y en Bucha de otros tantos más. Los bombardeos continúan, siempre contra objetivos civiles como podemos ver a través de los medios, y también contra las infraestructuras e importantes industrias del país, sembrando el caos, la ruina y la desesperación de millones de personas. Parece que el próximo del Ejército ruso es la estratégica ciudad portuaria de Odesa, que ya ha comenzado a sufrir los ataques con sofisticados misiles desde el mar y cuyo destino podría ser muy parecido al de la ciudad mártir de Mariúpol.

Luego están los refugiados y desplazados, que ya se cuentan por millones y podrían triplicarse. Más de seis millones de ucranianos ya han huido de sus casas abandonando todo, especialmente hacia Eslovaquia, Hungría, Polonia, Rumania y Moldavia, y dentro del país hay otros siete millones de desplazados internos en una situación realmente grave, según señalan las organizaciones internacionales de carácter humanitario presentes en Ucrania.

Por otra parte, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha señalado que dentro del país podría haber otras doce millones de personas tratando de huir, bien sea hacia zonas del interior seguras o hacia los países fronterizos, lo que significaría, de facto, que los refugiados ucranianos podrían multiplicarse por tres en las próximas semanas. Los civiles en la guerra de Putin contra Ucrania no son daños colaterales, como nos pretenden presentar algunos, sino un objetivo militar para destruir Ucrania y, de paso, desestabilizar a sus vecinos con esta auténtica riada humana de refugiados desesperados.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *