Tensión al máximo en Kosovo

TENSION AL MAXIMO EN KOSOVO

 

Dicen que el pasado siempre vuelve en los Balcanes y así parece mostrarlo la historia de Kosovo, donde nuevamente se reproducen los enfrentamientos entre serbios y albaneses y cualquier chispa puede abrir la espita para un nuevo conflicto.

 

Por Ricardo Angoso

 

Una serie de incidentes entre Serbia y Kosovo, incluida la detención de tres policías kosovares por parte de las autoridades serbias, han elevado de nuevo la tensión entre Belgrado y la provincia secesionista antaño serbia. Los orígenes de este conflicto se remontan al año 2008, en que el Kosovo se declaró independiente de una forma ilegal y contraviniendo los acuerdos internacionales, y Serbia no reconoció la misma, a pesar de que sí fue reconocida por las grandes potencias, entre las que destacan Estados Unidos, Alemania, Francia y el Reino Unido. China y Rusia nunca aceptaron esta declaración de independencia y Moscú bloqueó la entrada de Kosovo en las Naciones Unidas ejerciendo su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de este organismo.

 

En estos años, se han vivido duros ataques por parte de radicales albanokosovares contra las poblaciones civiles serbias, la destrucción de importantes monumentos ortodoxos, entre ellos iglesias y monasterios muy emblemáticos para la Iglesia ortodoxa, y la emigración de una buena parte de la población serbia que se siente acosada por la presión amenazante del nacionalismo albanés. La población albanesa, aproximadamente el 95% del censo, profesa casi mayoritariamente la religión musulmana, mientras los serbios son ortodoxos y para su gran mayoría su país es Serbia no Kosovo.

 

Desde 2008 se han producido los incidentes entre las dos partes, algunos violentos y otros que generaron controversia pero sin llegar a la violencia, como la famosa guerra de las matrículas, cuando Kosovo quería imponer una placa común para todos los vehículos y Serbia, conjuntamente con las autoridades locales serbias de la región, se opusieron a la imposición planteada por las autoridades albanokosovares. Serbia ya ha activado en varias ocasiones el estado de alerta de sus tropas y ha amenazado con intervenir para defender a la población serbia víctima de las atropellos perpetrados, según Belgrado, por las autoridades albanokosovares.

 

LA OTAN, CUESTIONADA POR SU PARCIALIDAD

De producirse una confrontación entre Serbia y Kosovo, algo no descartable dada la alta tensión en la región, los serbios tendrían que enfrentarse a la fuerza de paz de la OTAN, KFOR, que supuestamente debería velar con neutralidad por los intereses de ambas partes y que, sin embargo, es vista con recelo y desconfianza por parte de Belgrado. Los serbios consideran que la OTAN y los países occidentales han actuado con parcialidad desde que se produjo la independencia de Kosovo y no han sabido neutralizar los excesos perpetrados por los nacionalistas albanokosovares.

 

No hay que olvidar que la OTAN bombardeó Serbia durante 78 días y noches, en 1999, para forzar a los serbios a retirar sus fuerzas militares y cuerpos de seguridad de Kosovo, para, a renglón seguido, incumpliendo todas las normas internacionales, reconocer la independencia de Kosovo en el año 2008. Casi todos los países de la OTAN, si exceptuamos España, Grecia y Eslovaquia, han reconocido a Kosovo como Estado independiente y han dejado a Serbia al margen de cualquier arreglo por la vía política y diplomática de este auténtico embrollo. Por tanto, la imparcialidad de la OTAN en Kosovo está en entredicho desde hace años y sin su intervención nunca se hubiera producido la independencia de esta región serbia.

 

El epicentro de la tensión entre serbios y albanokosovares se encuentra en lo que se denomina Kosovo del Norte, un territorio que representa aproximadamente el 11% de la región (unos mil doscientos kilómetros cuadrados) y donde viven unos 80.000 serbios en condiciones realmente muy difíciles, tanto en términos sociales y económicos como políticos. La principal ciudad de esta zona es Mitrovica del Norte, bien conectada con Serbia y con pocas relaciones con Kosovo, y donde el desempleo roza a más del 70% de su población civil. Viven 22.000 habitantes y es la principal capital serbia. Frente a dos millones de albanokosovares, se calcula que viven en Kosovo algo menos de 100.000 serbios.

 

Una de las principales demandas de los líderes serbios es que las elecciones locales se repitan y que se elijan representantes de su etnia para los cuatro municipios de Kosovo del Norte y en otros de la región donde la mayoría de la población es de origen serbio. Hasta la Unión Europea (UE), por boca de su máximo representante de política exterior, Josep Borrell, ha reiterado que la celebración de nuevas elecciones locales en estos municipios serbios ayudaría a bajar la tensión y crear un clima de mayor confianza entre las partes.

 

Evitar una guerra en Kosovo nuevamente entre serbios y albaneses debe ser un objetivo fundamental de Occidente en las actuales circunstancias, ya que hay un trasfondo geoestratégico de amplio calado en todo este asunto. Serbia es el principal aliado de Rusia en la región y siempre se ha visto apoyada por Moscú en sus pretensiones por recuperar Kosovo y por anexionarse la República Srpska, una de las dos entidades que conforman Bosnia y Herzegovina y que constituye casi la mitad del territorio de ese país. Una guerra en Kosovo, con apoyo por parte de Rusia a Serbia, generaría una nueva escalada entre Occidente y Moscú y abriría otro frente de confrontación en las mismas fronteras de Europa, desestabilizando todos los Balcanes y generando tensiones. Sería un desastre de consecuencias impredecibles para los Balcanes, incluyendo la probable desaparición como Estado de Bosnia y Herzegovina, pero también para toda Europa; aún hay tiempo de detener la guerra.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *