El Partido Comunista Colombiano sobre el proceso de paz

Jaime Caycedo: “Santos sí tiene, a diferencia de Uribe, una idea de paz”

Secretario General del Partido Comunista colombiano.

Ricardo Angoso   miércoles, 26 de septiembre de 2012

Político, antropólogo y profesor, Jaime Caycedo es el secretario general del Partido Comunista Colombiano y un veterano líder en las luchas sociales en las que ha vivido inmerso su país en los últimos años. En la actualidad, se muestra como uno de los más fervientes partidarios del diálogo iniciado entre el gobierno y la organización alzada en armas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

ATENA DIGITAL:¿Cómo examina el proceso de paz que comienza ahora entre el Gobierno colombiano y las FARC?

JAIME CAYCEDO: Es un paso muy importante, creo que fundamental, esta apertura de un diálogo que, de todas maneras, va a tener una agenda amplia de los temas que deben ser tratados y estudiados en el proceso. Se va a abrir una oportunidad de acercamiento entre las partes y creo que es lo más destacable, ya que finalmente van a hablar cara a cara y decir lo que piensan ambas. El presidente Santos ha tomado esa dirección y, naturalmente, nosotros creemos que es muy importante, pero sin olvidar que apenas es un primer paso. Y es un primer paso en un momento complejo, plagado de dificultades, y no va a ser fácil un proceso de diálogo, de negociaciones, en las condiciones actuales. Puede que, como ha ocurrido en anteriores ocasiones, haya altos y bajos bastante críticos que no hay que subestimar. Pero aun conociendo esas dificultades, estas amenazas que hay contra el proceso mismo, somos optimistas porque se ha roto aquella idea de la imposibilidad de cualquier avance hacia la paz en la que estábamos inmersos durante los dos mandatos del presidente Alvaro Uribe.

¿Pero Uribe también lo intentó?

Sí, Uribe también lo intentó pero no se atrevió a dar los pasos necesarios, siempre lo hizo de una forma restrictiva y sin avances concretos. Hubo un proceso, con la ayuda de varios países europeos y la misma Unión Europea, pero entonces estalló una bomba en la Escuela Superior del Ejército, que no causó víctimas, y fue el pretexto para que finalizaran los diálogos; siempre había pretextos para que se abortara lo que se había iniciado. El Gobierno quería demostrar que no había viabilidad para iniciar un proceso de paz.

¿Y esa voluntad política de la que habla cree que ahora ambas partes la tienen?

Creo que sí, ya que desde el mes de mayo se detecta que las dos partes vienen buscando puntos de acercamiento y organización de los tiempos de un proceso, de manera que si ahora han decidido suscribir un acuerdo quiere decir que han avanzado al menos en algún punto. El Gobierno tiene la idea simplista de lograr una alto el fuego, una desmovilización, etc., pero seguramente las cosas no son tan simples, ya que un movimiento como las FARC, que lleva luchando más de medio siglo y que tiene un programa, especialmente vinculado con la propiedad de la tierra y una reforma agraria largamente aplazada en la historia de Colombia, representa una gran complejidad. La parte económica que está detrás de este proceso implica mirar de otra forma al país y hacer una visión crítica acerca de los problemas que tenemos; la guerra se ha ido extendiendo por toda la nación y hay que buscar un camino político para salir del conflicto. Luego, ligado a este problema económico al que me refiero, no debemos olvidar que las fuerzas de seguridad y el ejército dan protección muchas veces a los intereses de las trasnacionales y los grandes terratenientes.

Paralelamente a estos movimientos para lograr la paz, parece que surgen problemas en la izquierda y se asiste a un proceso de atomización de la misma, ¿es así?

El tema de la paz o la guerra en el caso de Colombia es un problema crucial, ya que llevamos más de medio siglo de conflicto y hay generaciones enteras de jóvenes que han vivido bajo esta condición. El estado de guerra en Colombia ha sido el estado normal del país. La salida de esta situación implica tomar posiciones y asumir riesgos. Hay un defecto de la izquierda colombiana en estos últimos años y tiene que ver con el temor a verse asociada con la insurgencia, y con toda la satanización del terrorismo que, a través de la administración gringa se ha instalado a escala global, incluida América Latina. Se ha colocado a las FARC y al ELN como organizaciones terroristas, pero no lo son y responden a otra cosa. Por ese temor a ser señalados y por no tener una postura clara, comprometida con la búsqueda de una solución política, se llega a estos equívocos. Es muy distinto tener una visión insurreccional de la vida política que apostar por un diálogo para resolver este largo conflicto. De manera que esa actitud de temor y de excesiva prudencia ha llevado a que la izquierda tenga muchos prejuicios acerca del verdadero papel que se debería haber asumido.

Sin embargo, lo que se observa es una gran dispersión, por no decir atomización, de las fuerzas de izquierda, ¿no cree que eso les resta posibilidades electorales?

Si se mira en términos electorales, habría que aceptarlo de momento y tener en cuenta que son procesos, los de conformación de la izquierda, complejos y largos. Nosotros, los comunistas, seguimos trabajando por un frente amplio, por una convergencia de fuerzas y grupos con una base programática común y que podamos “jugar” en la campaña presidencial, pero vemos que hay una complejidad en el caso colombiano, que es el proceso para lograr la paz y creemos que no es un problema que deba ser encasillado solo entre el Gobierno y la insurgencia.

Tenemos cinco millones de desplazados, que no son más que refugiados internos para las Naciones Unidas, gentes que huyen del paramilitarismo en regiones enteras que han sido removidas de sus raíces. Esto ha ocurrido en importantes áreas del país. Estos hechos, además, han contribuido a agrandar las desigualdades sociales en el país. Colombia es uno de los países más desiguales del mundo; estamos en el continente en el ranking de la desigualdad detrás de Honduras y Guatemala. Así lo señala el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad social, y nos señala como un país con una gran concentración de la riqueza en manos de una minoría. Hay una relación clara entre el conflicto y las condiciones sociales y económicas de Colombia. La izquierda debe apostar por la paz para salir de esta inercia y avanzar: no hay otra salida.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *